El control del poder político demanda subterfugios como estrategias para que los amarres del poder se encuadren en la dinámica habitual de las relaciones de poder. Las sospechas siempre rondan al poder, las dudas surgen, unas se confirman y otras no, los mecanismos de control se agudizan y en ocasiones la silla presidencial se cimienta y en otras se tambalea.

Para ponernos en sintonía, en El Salvador se han venido dando cambios políticos que, a su vez inciden en otros rubros del orden estatal, económico y social que promueven la transformación de la sociedad. En la parte política esencialmente se ha producido un cambio en el bloque hegemónico en el poder, desde que el poder político se formó alrededor de la producción del café, desde 1885.

Se puede afirmar que en el entorno histórico que gira alrededor del poder político, un nuevo grupo social especifico, que sin formar parte del grupo dominante tradicional ocupa la hegemonía en las distintas esferas del poder. La historia política nacional se nutre de un nuevo pensamiento político que imprime cambios sustanciales en las estructuras del poder, administrativas y políticas dándole una nueva orientación a la praxis del poder en cuanto le otorgan nuevo valor y nuevo sentido para el ejercicio del poder político.

El poder político dicta sus propias reglas, no es la ley la que se las dicta, ni tampoco una oposición política que se encuentra en un rango inferior, que carece de pensamiento crítico que sirva para que fortalezca su propia razón de ser y que salga del marasmo de su fragmentación por ser una oposición amorfa y disgregada, que se caracteriza por sus gritos, insultos, un vacío de propuestas y una ausencia del uso de un lenguaje político, que además su propuesta electoral carece de sustento al apoyar personas cuestionadas por acciones del pasado y de procedencia foránea, que desconocen la realidad nacional, que no superan el liderazgo del jefe del ejecutivo, que empleen criterios políticos ciertos y eficaces, y que además dentro de sus filas figuren intelectuales para ser tomados en cuenta como organización del pensamiento político y que pronuncien mensajes políticos que contengan un modo de entender lo que sucede en la sociedad y que esté en sintonía en la modernización de la misma.

Los intelectuales orientan y dirigen los movimientos políticos que una oposición se enfrenta al poder político constituido, y de tal manera representan una utilidad para lograr los objetivos específicos para accesar al poder, pero cuando una oposición carece de tales factores sus posibilidades quedan limitadas, puesto que no representan ninguna hipótesis de amenaza. Y por otra parte, 1. No promueven discusión de ideas. 2. No convocan el debate político. 3. Carecen de doctrina política. 4. No están cerca de la gente. 5. Buscan la confrontación. 6. No proponen alternativas. 7. Carecen de intelectuales orgánicos y de intelectuales tradicionales. 8. Sustituyen la ideología por la crítica sin sentido, ni razón de ser.

Entonces, ¿Cuál es la razón de ser de una oposición política que debe de enmarcarse en una explicación de las relaciones de poder, de hegemonía? Esto es una concepción netamente política que carece de políticos de pura sangre, con experiencia política, que sepan las tácticas políticas para entender la realidad del poder que contiene las reglas que forman La Doctrina del Poder.

Es importante significar que, al examinar las intervenciones de la oposición se identifica que carece de intelectuales orgánicos, que es un baluarte que interviene en la organización de los partidos políticos, y en el ejercicio del poder protege los intereses del grupo hegemónico, que en las líneas editoriales de los medios escritos justifican el régimen, y sirven como agentes articuladores entre la sociedad política y la sociedad civil.

1. El intelectual se vincula al poder a través de la reflexión, la construcción de ideas y en influir en mejorar la posición política. 2. El control de los hechos que tienen que ver con los fenómenos de la ubicación del poder. 3. Plasma en el estilo de gobernar las circunstancias y tendencias que ponen en peligro el dominio y el control del poder. 4. Discutir ideas tácticas para tratar los cambios en las estructuras de dirección. 5. La comunicación política, destreza con ideas, palabras para combatir las problemáticas de lo que dice y opina la oposición política, impregnando tácticas frías considerando que la política es estrategia, maniobra y que tiene un propósito, el cual es el control del poder. Trabajar para el Estado no significa estar en el poder.