El Instituto de la Memoria Histórica Cuba contra el Totalitarismo y Plantados hasta la Libertad y la Democracia en Cuba, organizaron recientemente una conferencia sobre las diferentes oleadas migratorias impulsadas por el castrismo, que coordinó la empresaria Carmen Gómez de Toro, con la participación de varias personas que contaron sus dramáticas experiencias.

Durante el evento se destacó la solidaridad del exilio cubano a través de la labor realizada por el Miami Medical Team, el Hogar Cubano de Caracas y la Casa de los Balseros de Cayo Hueso y se enfatizó que el régimen ha recurrido a todas las formas posibles para expatriar a sus ciudadanos.

La dictadura ha usado la emigración como un instrumento político y económico desde que tomó el poder en enero de 1959, provocando por la inseguridad que entronizó en el país la primera ola migratoria de carácter masivo en la historia de Cuba, posteriormente, por la sistemática represión asociada a una miseria material y moral aborrecible.

Esa primera ola de exiliados concluyó en 1962, estaba compuesta fundamentalmente por un número importante de funcionarios gubernamentales del derrocado régimen de Fulgencio Batista, y la mayoría de la clase dirigente, empresarios y sectores profesionales, que nunca confiaron en las propuestas revolucionarias, además, tuvo la particularidad de los Peter Pan, un contingente de 14,000 jóvenes y niños de ambos sexos sacados de la Isla en una gran operación humanitaria con la asistencia de diferentes organizaciones de caridad de Estados Unidos y activistas pro democracia, algunos de los cuales terminaron en prisión.

El segundo rompiente migratorio, 1965, lo caracterizó el éxodo de Camarioca, cercano a Varadero. Cerrado ese punto de embarque, Washington y el dictador, negociaron la salida de cubanos a través de un puente aéreo, llamados Vuelos de la Libertad, que transportaron en dos vuelos diario cinco días de la semana, hasta 1973, unas 300 mil personas, todo costeado por Estados Unidos, 12 millones de dólares, siendo “la mayor operación aérea de transporte de refugiados en la historia de esta gran nación”.

Muchos de los participantes de esta hornada tuvieron que trabajar en las Brigadas Johnson y Jacqueline, un castigo impuesto a los que querían abandonar el paraíso castrista. Estas personas, sin importar sus calificaciones, tuvieron que trabajar en el campo y cementerios hasta que les llegara el permiso de salida.

Una corriente migratoria particularmente cruel fue el Éxodo del Mariel. Este escándalo migratorio situó al régimen castrista en el lugar que se merecía porque el pueblo seguía votando con los pies, en esta ocasión, los emigrados eran personas humildes, algunos formados bajo el poder totalitario.

Algunos estudiosos atribuyen a las visitas de cubanos a la Isla, 1979, prohibidas por el régimen durante casi dos décadas, haber motivado a un amplio sector de la población a abandonar el país. El hecho es que los ingresos a la fuerza a las sedes diplomáticas extranjeras en La Habana se incrementaron siendo el más escandaloso de todos el de la Embajada de Perú, acontecimiento que derivó en la salida del Mariel.

Los sucesos del Mariel conmovieron el país y escindió aún más la sociedad. Los esbirros más ortodoxos de la dictadura, siguiendo órdenes, organizaron masivos mítines de repudio, humillando a numerosas personas e hiriendo a muchas que cuando visitaban hospitales para ser curadas, más de un médico les negó la asistencia. Los mítines de repudio, conocido desde 1959, se hicieron más crueles y populares que en todo el pasado castrista.

Al término de los años 80, el inagotable éxodo, gestó una nueva marea conocida como el Éxodo de los Balseros que tuvo su clímax en 1994. Miles de personas salieron del país en balsas rústicas y frágiles que curiosamente las autoridades veían construir y no lo impedían, cuando en el pasado reciente habían hundido embarcaciones con refugiados, lanzándoles sacos de arenas desde helicópteros. El número de desaparecidos en estas travesías es incalculable, en el Hogar de Cayo Hueso, el difunto Arturo Cobo hizo un muro de los lamentos para recordarlos.

En el siglo XXI, las ansias de libertad emparejadas con las necesidades, siguen motivando a los cubanos a abandonar su tierra, siendo Estados Unidos, para la mayoría, la meta final, razón por la cual han ingresado a este país, venciendo infinitas vicisitudes, más de 140,000 cubanos en el 2022.