Cada ocasión que existe una masacre de personas, hechos violentos que causan grave conmoción social, y tienen amplia cobertura por medios de comunicación nacionales e internacionales, aparecen personas proponiendo la pena de muerte en El Salvador usualmente son militantes de partidos políticos, funcionarios de oposición del momento, y no falta más de algún oportunista que busca cobertura, esa ha sido la historia en el presente siglo, del cual ya se completaron dos décadas y ni siquiera existe una propuesta o ante proyecto en la Asamblea Legislativa, han pasado siete legislaciones y nadie ha conseguido los requisitos mínimos para presentar la iniciativa, si es que en algún momento se han buscado las firmas, lo cual yo lo dudo.

En este período no existen propuestas con argumentos criminológicos o técnicos sobre el cual fundamenten sus propuestas, es más ni siquiera conocen cuántos países tienen vigente dicha pena capital; todas las propuestas son aprovecharse de los aspectos emocionales que atraviesa la sociedad salvadoreña, y a la dimensión subjetiva de la seguridad. Tratar de profundizar en el sentimiento que los miembros de pandillas son los enemigos de la sociedad y que por lo tanto deben ser asesinados, a balazos o por medio del ahorcamiento, entre más sufra será mejor la propuesta por que recibirá un mayor apoyo y podrá obtener un supuesto beneficio electorero.

Estas personas con vida pública cuando se les consulta o surge el tema de la posibilidad del aborto en El Salvador por las conocidas cuatro causales con argumentos tecno médicos, se oponen categóricamente, es decir son provida solo con los no nacidos, pero con los delincuentes y criminales condenados se muestras despiadados. Conocen que la mayoría de la población salvadoreña es conservadora y en teoría cristianos, eso no se vería bien electoreramente.

Estimados lectores, en El Salvador la pena de muerte existe, está vigente, y la han implementado las pandillas criminales; ante la ineficiencia y negligencia de gabinetes de seguridad, exfuncionarios, ex presidentes de la República, y dirigentes políticos que prefirieron no combatir eficazmente e implementar prevención a cambio de llegar o mantenerse en el poder para saquear las arcas del Estado salvadoreño gracias a la corrupción e impunidad, no existió voluntad y decisión politica de pagar el precio.

La pena de muerte ha estado en “la palabra” de un jefe de clicla, de un ranflero, de un cabecilla, o de cualquier psicópata y sociópata que decidió quien vive o muere en lo que ellos en su lógica perversa consideraban sus territorios. Asesinar, matar, masacrar, ocultar los cuerpos asesinados ha sido la principal carta de presentación de las pandillas.