La habilidad para moverse entre las sombras del poder no es fácil, y tampoco lo es para cualquier político. Una cosa es estar cerca del poder, y otra diferente es tenerlo bajo control. Cuando el político merodea el poder y ejecuta actos fuera de la ley cree que nunca va a ser descubierto y que, además no va a ser juzgado, y que las sombras del poder no se las va a cobrar.

El orden jurídico se reestablece a través de los mecanismos legales y el orden político se restablece cuando juzga a los transgresores del orden jurídico. ¿pero cómo es que funciona esta trama? Cuando se presume que un agente político tiene la instrucción y el conocimiento de los efectos al actuar al margen de la ley, en primera fase se puede esgrimir que es porque unos gozan de fuero constitucional, otros porque tienen protección política y creen que nunca se va a terminar, y que además los acompaña el beneficio de la prescripción por la acción del tiempo, pero que al final de todo esto lo que se forma es una estructura de crimen organizado.

Dicho lo anterior, después el Estado ejerce las acciones legales y los defensores y patrocinadores de aquellos argumentan cualquier tipo de razonamientos huecos, estereotipados, pero que están fuera de toda la realidad, no alcanzan a comprender que actuar y trabajar de esa manera; es andar en la cuerda floja, que tarde o temprano las sombras del poder se cobran.

El poder político es inexorable, es decir, no se puede eludir con argumentaciones falsas, por el contrario, las exigencias populares demandan el debate abierto de los casos cuestionados por su manejo honesto y la lealtad al pueblo, este demanda conocer la verdad para hacer una adecuada lectura de los tiempos políticos, todo ello no es porque el pueblo sea sujeto de decisiones, más bien es objeto de la historia, pero tiene un saldo a su favor, que es la indignación, los pueblos se cansan y emiten un grito de desesperación ante sucesos marcados por características de deslealtad y traición que han generado fracturas políticas, y como consecuencia de ello pasan la factura a través del sufragio libre y soberano.

Los políticos con los desmanes que se discuten abiertamente en el ámbito social con pruebas evidentes, directas e inmediatas que han transitado por el principio del debido proceso, generan encontronazos, incluso surgen individuos que sin tener el conocimiento del funcionamiento y la dinámica del poder emiten opiniones abusivas en contra de las investigaciones que realiza el Estado, para la averiguación del destino de los fondos soplados, y dadas las circunstancias se presentan como víctimas y perseguidos políticos. Todo gobierno debe estar preparado para en cualquier momento romper fuego para salir en defensa de los intereses de la sociedad, reforzando que nada que sea político, es ajeno al Estado, sustentado que en el ejercicio del poder las decisiones para calificar lo que es político, y lo que no, le corresponde únicamente al Estado.

La mentira es considerada como medio justificable en los tratos políticos, el punto especifico es “sobre que se miente en la política” determinados funcionarios haciendo uso de su privilegio de colocación política dentro del Estado hacen uso de recursos de la hacienda pública de manera ilícita e ilegal, y lo tratan de mantener por algún tiempo en secreto, y si bien es cierto, el secreto es parte del ejercicio del poder, en determinadas circunstancias estos sujetos son descubiertos. Se considera y se recuerda que ser político no significa desempeñar un cargo público, se requiere además de una mezcla de pensamiento estratégico y de ejecución táctica, en consecuencia, en el ejercicio del poder se debe de mejorar el juego estratégico introduciendo nuevas tácticas, y esto se debe a la esencia del poder, que es dinámica, ambivalente y biforme.

La mejor estrategia de un político es hacer uso del buen ojo para implementar las oportunidades tácticas, otra habilidad es celebrar alianzas estratégicas con los diferentes estratos políticos. Lo complicado del ejercicio del poder es el contrapoder, que siempre se mantiene oculto, y que ambos forman parte de la misma cara de la misma moneda.