El municipio de Ilopango (Valle de los elotes) es parte del departamento de San Salvador, con 34.6 kilómetros cuadrados y una población que sobrepasa los 100,000 habitantes según el último censo del año 2007, lo cual está completamente desfasado y es evidente que hay miles de personas más que residen en esta ciudad. Limita con los municipios de Tonacatepeque y San Martín, con Santiago Texacuangos y Santo Tomás, con el lago Ilopango. Está distribuido en cuatro cantones, 120 caseríos, y cientos de colonias y comunidades.
Durante el conflicto armado y posterior al mismo, Ilopango se convirtió en una opción para personas que trataban de encontrar un lugar libre de violencia, buscar empleo en San Salvador o Soyapango, disponer de mejores oportunidades en un municipio donde se podría comprar vivienda mínima, alquilar a bajo costo, incluso vivir en los tradicionales mesones, y poder comprar alimentos a precios razonables, así como disponer de servicios básicos.
Lejos estaban sus habitantes de los años 60 y 70, sus hijos, nietos, y los que habían llegado a residir durante el conflicto, que en la década de los noventa se estaban conformando las pandillas criminales en muchas zonas de su municipio, y que iniciando el presente siglo serían una ciudad bajo influencia, poder y control del crimen organizado y las pandillas. La amistad, la hermandad, solidaridad, amor entre vecinos, confianza y otras características de aquella hermosa ciudad habían sido remplazadas por “ver, oír, callar y obedecer de las pandillas”.
Conocí el reparto Las Cañas en los 90, unos amigos me invitaron a jugar al torneo de fútbol de esa colonia, donde algunos equipos pagaban por llevar “extranjeros” a uno de los torneos de mayor tradición en aquella década. Era impresionante la cantidad de casas que estaban en proceso de construcción, pero mayor aún la amistad, hospitalidad y generosidad de los residentes y aficionados con los que llegábamos a tratar de brindarle un campeonato al equipo que nos había inscrito y compartíamos con toda libertad en todo el reparto. Todo esto desapareció por los pandilleros, dividieron con una frontera invisible el reparto, y comenzó el terror, y el control sobre sus residentes, fueron décadas de sometimiento y absurdos.
Visité el primer fin de semana de abril 2023 el reparto Las Cañas, allí estaba la cancha principal, donde hace 30 años logré anotar muchos goles, los jugadores y árbitros de otra generación, pero el ambiente era similar. Las familias, barras y aficionados allí en los alrededores de la cancha, no había más separaciones, todos residentes de una misma identidad, el reparto Las Cañas. Luego de ver algunos encuentros, por cierto mucho talento en el torneo, di una ronda por el reparto, era evidente la gente en los pasajes y espacios públicos. Nuevos negocios y mucha actividad comercial. Invito apoyar y asistir a estos proyectos comunitarios.
El Plan Control Territorial y el régimen de excepción han revertido estas condiciones, el municipio de Ilopango está experimentando otra realidad, tratando de regresar a sus raíces; el trabajo de la PNC, Fuerza Armada, y Fiscalía han logrado establecer la paz, esperanza, y la posibilidad de emprender sueños.
Situación similar puede observar en Jardines de San Bartolo y San Felipe, como en San Bartolo, por lo tanto la convivencia ciudadana y el establecimiento de una comunidad en Ilopango es una realidad y no hay marcha atrás.
