Las calles o avenidas no son de nadie y a la vez son de todos. Nadie puede apropiarse de una calle o una vía pública porque son propiedad del Estado y el Estado somos todos. Sin embargo en nuestro país estamos muy distantes de esa realidad y muchas personas se apropian abusivamente de las calles y avenidas, mientras quienes son autoridades y pueden evitarlo, en muchos casos prefieren hacerse los desentendidos.

Resulta que en casi todas las ciudades del país saturadas de vehículos puede verse las calles llenas de obstáculos que colocan algunas personas en detrimento de quienes transitan por esas vías o buscar estacionarse. Algunos colocan esos obstáculos hasta de manera delictiva, pues lo hacen para cobrarle a quienes quieren ocupar esos espacios para estacionarse. Si alguien discute con ellos o se niega a pagarles, sus vehículos sufren las consecuencias.

La semana pasada miembros del Cuerpo de Agentes Metropolitanos (CAM) de la alcaldía de San Salvador procedieron a quitar obstáculos en la colonia Médica, los cuales habían sido colocados por personas que se dedican a cobrar a quienes se estacionan, como que si ellos fueran los dueños de las calles. La colonia Médica solo es uno de los cientos o miles de sitios donde personas inescrupulosas sehan apropiado de las calles y avenidas prácticamente estafando a los conductores o dueños de automotores.

No es la primera vez que la alcaldía capitalina retira los obstáculos. Poco tiempo pasan las calles despejadas y dispuestas para quienes quieren estacionarse en ellas, porque a los pocos días vuelven a colocarlos. Son una especie de mafia que se organizan y distribuyen por tramos las vías.

Obviamente los conductores buscan estacionarse en las calles de poco tráfico vehicular porque no hay suficientes estacionamientos públicos o privados y porque los establecimientos no tienen suficiente espacio. Alguien que, por ejemplo, vaya a pasar consulta al Hospital Rosales, obligadamente debe estacionarse sobre la primera calle poniente u otras arterias cercanas, las que en ocasiones están llenas de obstáculos colocados por personas que cobran.

Situaciones similares ocurren en las grandes ciudades del país, hay zonas donde es imposible encontrar estacionamiento y no queda más alternativa que parquearse en las calles y avenidas, las que están llenas de barriles, llantas, piedras, maderas y otros obstáculos colocados por los “dueños de las calles” que deciden las tarifas y a que vehículo dañan.

Y no solo sucede en las grandes ciudades, también en los pueblos o pequeñas ciudades del interior del país. En mi natal Olocuilta, en el departamento de La Paz, por ejemplo, la calle principal del barrio El Calvario, “Dr. Demetrio Hernández López” está lleno de obstáculos que los vecinos colocan sin estar facultados y violentando los derechos de los demás. Sobre esa calle se ubica la Unidad de Salud (y Fosalud), el Juzgado de Paz y otros negocios, donde es muy dificultoso estacionarse o transitar. Las calles pueden estar despejadas de autos, pero llenas de obstáculos.

La responsabilidad de que haya personas que se apoderen de las calles es de las alcaldías. Cada municipalidad debe crear ordenanzas de convivencia social para evitar que eso suceda e imponer multas a quienes lo hagan. Desde luego, también se debe imponer severas multas a quienes se estacionan frente a cocheras o sobre sitios deliberadamente prohibidos. Nadie puede apartar un espacio de calle para sí, ni enfrente de su casa. Si tiene vehículos y no tienen cochera idealmente se estacionan frente a sus viviendas, pero si el automóvil no está, perfectamente puede parquearse cualquier otro automóvil, toda vez que no obstruya un salida de cochera.

Las alcaldía no solo deben garantizar que las calles y avenidas sean de carácter público, pues también están obligados a garantizar la libre circulación de los peatones. Incluso, estos último adquiere mayor relevancia, pues los peatones tienen mayores privilegios sobre los conductores. Por eso también se hace necesario regular dicha situación.En las ciudades salvadoreñas los talleres y algunos negocios se han apoderado de las aceras y calles, obligando al peatón a que camine sobre el asfalto exponiéndose a ser arrollados.

No en cualquier lugar puede haber un taller, al igual que una cantina. Los talleres necesitan espacio y si no lo tienen, no harán de las calles su lugar de trabajo. Los propietarios deben buscar lugares idóneos para no obstruir el tráfico ni la circulación peatonal. Tampoco debe permitirse vehículos chatarras en las vías públicas. Deben retirarse cuanto antes.

Cada alcaldía debe crear ordenanzas de convivencia social y hacerlas cumplir imponiendo sanciones contravencionales. Por su parte el Estado a través de la Policía Nacional Civil y el Ministerio de Obras Públicas mediante sus respectivas dependencias, deben poner orden a escala nacional. El país entero es un desorden y hay que ordenarlo.