Muy pocas veces he abordado asuntos económicos cubanos o de cualquier otro país, pero al recibir de mi compañero de presidio y amigo, Juan José Estrada, una declaración de la viceministra de la Industria Alimentaria de Cuba, Midalys Naranjo Blanco, no me queda otra alternativa que incursionar en uno de los magnos fracasos del castrismo. La funcionaria manifestó que los mares cubanos no tenían suficientes peces para alimentar a la población, un soberano disparate que evidencia la estulticia de quienes detentan el poder en Cuba, jamás por competencia, sino por su irrestricta sumisión al totalitarismo, distinguiéndose entre todos, Miguel Díaz Canel.

Comparto la visión de muchos amigos que los activos más capaces del régimen siempre han laborado en dos ministerios, la policía y las fuerzas armadas, no se puede negar que también en Exteriores, pero esta es una dependencia de la rama que dirige las fuerzas represivas.

Hay que recordar que a pesar de la corrupción que existía en Cuba y con todo el dinero que supuestamente se robaron Fulgencio Batista y los jerarcas de su regimen, 1958, nuestro país ocupaba el tercer lugar en reservas en América Latina de oro, dólares y valores convertibles. Oro 373 millones, quedando solo por debajo de Venezuela, 1050 millones y Brasil 465 millones y el sexto lugar en el continente en ingreso nacional bruto, dos mil 834 millones para una población seis millones 600,000 personas, según diferentes informaciones.

Vale la pena señalar que contrario a lo que ocurre en la actualidad, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, en consumo de calorías, Cuba, solo estaba por detrás de Argentina con 2730 calorías. En 1957, la propia FAO destacaba que Cuba era el mayor exportador de productos agropecuarios de América Latina en proporción a su población, en el presente importa una gran cantidad de alimentos, entre ellos de Estados Unidos, 328 millones de dólares, y eso, con embargo. Cierto, no vivíamos en un paraíso, tampoco el infierno del presente, pero éramos el tercer país de la región, 1958, con más cantidad de teléfonos, periódicos y autos por 1000 habitantes.

Recientemente leí que la dictadura a través de la agencia Cubatramite, está promoviendo las MIPYMES, micros, pequeñas y medias empresas, como afirma Estrada, “un invento socialista para salvar la economía que ellos mismos hundieron cuando abolieron las empresas privadas”, particularmente, los pequeños negocios, incluidos los más ínfimos, creando un sinnúmeros de empresas gubernamentales que confundían a la población sin dejar de divertirse, como fue la famosa ECOCHINCHE, Empresa consolidada de las Chinches.

Recordemos, incluido los ciegos, que no querían ver el desastre, en 1968 prohibieron todo trabajo por cuenta propia. Hasta el zapatero remendón, el tradicional afilador de tijeras y el barbero a domicilio, fueron erradicados, so pena, de ir a prisión.

Han de recordar, principalmente los castristas de la época, aquel 13 de marzo de 1968, cuando fueron expropiadas 11878 bodegas, 8101 restaurantes, incluidos los puestos callejeros de frita, la hamburguesa cubana, 4544 talleres de mecánica, 3345 carpintería, 6653 lavanderías, una relación interminable de pequeños negocios que pasaron al estado. La confiscación y cierre de los bares, 3198 bares, fue la única vez que vi molesto con la dictadura al borracho de la cuadra, el que con mayor vehemencia pedía paredón, y fue porque su bar preferido, “El Hatuey”, había sido cerrado. De la noche a la mañana era políticamente incorrecto darse un trago. A esos emprendedores, como se dice en la actualidad, mejor aún, puro lenguaje castrista, “nuevos actores económicos”, le confiscaron sus bienes sin importar si el centro de trabajo estaba en la misma vivienda.

Aclaro que las incautaciones hubieran sido muchas más, pero el inventario de pequeños negocios se había reducido, entre otras causas, porque las personas que eran condenadas a prisión por motivos políticos, les eran decomisado todos sus bienes, por modestos que estos fueran. No menciono las grandes empresas que desde hacía varios años habían desaparecido de la economía. En fin, Fidel Castro y sus esbirros, en una de esas muchas noches de locura, se robaron, los Castro no son los únicos ladrones, 55636 Mipymes que había en la Isla, todas propiedades de cubanos, que en su mayoría, solían emplear a familiares y amigos, dando empleo a más de dos millones de personas.