Desaceleración, recesión, ... términos que por ser técnicos parecen alejados de la realidad de la mayoría de la población, pero cuyo significado se concreta en el diario vivir de cada uno. La desaceleración económica significa que la economía crece, pero a un ritmo menor. Imagínese que usted va en un vehículo y deja de acelerar, el vehículo avanza, pero a un ritmo más lento. Este es el fenómeno económico que se está viviendo en El Salvador este año: la economía va a crecer, pero a una tasa mucho menor que la del año pasado. De hecho, las estimaciones de los organismos internacionales coinciden que El Salvador será el país de Centroamérica que menos crecerá en 2022. Además, todos los productos están más caros, pero particularmente los alimentos y las bebidas no alcohólicas son las que más han aumentado de precio. Si los ingresos de las familias no aumentan, esta situación se traduce en más pobreza y hambre.

El Salvador es el país centroamericano que menos inversión extranjera está atrayendo, de hecho, en el primer semestre de este año salió más inversión de la que entró. Si bien es cierto hay factores internacionales que explican esto, hay fenómenos internos que impiden la atracción como la situación financiera y el contexto político. En estos momentos para un inversionista llevar su dinero a El Salvador, respecto a otros, es muy riesgoso. Lejos de que este riesgo disminuya, se le ha agregado el anuncio de la búsqueda de una reelección presidencial, que es la culmine del rompimiento de las reglas democráticas.

Y en realidad, en El Salvador la situación no es peor gracias a las remesas, pues el país cada vez depende más de ellas, lo que a su vez confirma que el mayor “producto” de exportación siguen siendo las personas. Sin embargo, también las remesas están creciendo de manera más lenta por la propia situación económica que se vive en Estados Unidos.

¿Qué se puede esperar para el próximo año? Cada vez es más difícil saberlo, vivimos en un contexto con mucha incertidumbre y mucha volatilidad. Por ejemplo, a finales del año pasado no se esperaba que el precio del barril de petróleo fuera tan alto; luego parecía que el precio iba a ser alto por mucho tiempo, pero ahora resulta que no. Esto como ejemplo de las dificultades de hacer pronósticos. Sin embargo, las proyecciones sirven para hacer escenarios y especialmente desde los gobiernos prepararse para los peores.

Conforme se acerca el cierre de 2022 cada vez hay más indicadores, y temores, de que la economía mundial pueda sufrir una recesión en 2023. La recesión es como si le pone retroceso al vehículo, es decir que lejos de aumentar, la producción disminuye. La última recesión se vivió hace poco, en 2020, donde se perdieron empleos y aumentó el drama de la pobreza. Aunque para El Salvador las proyecciones, por ahora, lo que indican es que no habrá recesión, sí auguran un crecimiento económico todavía menor que el de 2022. Además, al ser una economía tan expuesta a lo que suceda a nivel mundial, esto tendrá un impacto negativo en el país. Como sucede con todas las crisis, estas no se viven por igual: quienes las terminan pasando peor son quienes ya lo han venido haciendo por mucho tiempo, es decir las personas más empobrecidas.

Ante este escenario la pregunta es: ¿qué se hará desde las políticas públicas para minimizar estos impactos y proteger a quienes más lo necesitan? El proyecto de presupuesto 2023, debería también analizarse bajo esta óptica. Porque más allá de la propaganda, en lo concreto, desde 2019 la pobreza extrema ha aumentado, los niveles de cobertura de vacunación se han caído, el número de niños, niñas y adolescentes que abandonaron la escuela se ha multiplicado y el hambre se ha exacerbado. Si desde el poder público no se toman las decisiones correctas todos estos indicadores se agravarán.

El primer paso será tener acceso al documento del presupuesto, porque al igual que el año pasado este sigue sin hacerse público, retratando la política de opacidad que ha implementado la actual administración gubernamental y luego ver cuáles son realmente las prioridades, más allá de la propaganda.