Yo no sé por qué o cómo hay gente que se confunde con respecto a Vladimir Putín y enarbola banderas de apoyo a favor del dictador. ¿Tan difícil es comprender que es una invasión? Incluso gente muy informada a nivel mundial, con una cultura exquisita, se pone de su lado.

Este ataque injustificado al territorio ucraniano se ha convertido en un tema que divide en pros y contras, así como recién vimos perplejos el debate entre los provacunas y los antivacunas, dejándonos estos últimos cada vez más asustados de los razonamientos contorsionistas a los que llegaban algunos con el fin de defender lo absurdo y lo estúpido. Solo recuerdo a una congresista estatal de los Estados Unidos que dijo: “¿Saben por qué no uso ropa interior? Por lo mismo que no uso mascarilla: porque la piel necesita respirar.”

El Hitler moderno sencillamente es un ex KGB que quiere devolver a Rusia la grandeza que tuvo cuando era la URSS. Y sus métodos no han cambiado en lo absoluto, es más, los ha expandido: asesinatos cobardes, secuestro, tortura, destierro, espionaje, persecución de la oposición, etc., ante un pueblo temeroso, sometido, que le permite hacer de todo. Pobre Rusia siempre acomplejada, sometida, con ansias de europeizarse, pero sin lograrlo.

Los que apuestan a favor de Putín recurren indefectiblemente, y en todos los discursos, a caricaturizar a Rusia como una pobre infante acorralada por hombres libidinosos, babeantes y lujuriosos, ansiosos por caerle encima y violarla. Y ponen a Ucrania como si fuera la detestable proxeneta que le facilitará a esa horda de lujuriosos pedófilos para que hagan y deshagan con la pobre criatura. Así ven a Rusia, y así ven a los países de la OTAN.

Solo al disloco de Donald Trump, en contra de los intereses de su propio país, ha dicho con algarabía que la jugada de Putín ha sido genial. Este tipo no se redime, al contrario, cada vez está peor de la cabeza, sobre todo porque con semejantes vítores a su amigo demuestra que el presidente ruso sí le ayudó a ganar las elecciones y este es su forma de pagarle el favor.

No hay que darle mucha vuelta: es una simple y sencilla invasión. No hay tal amenaza, y si en verdad lo fuera, hace ratos hubieran cortado un sin fin de conductos de comunicación con Rusia, principalmente comerciales y financieros, como ya está sucediendo actualmente: le han cortado el ingreso a los sistemas bancarios y financieros del mundo, la gente en Rusia este fin de semana no puede comprar con tarjetas de crédito, ni hacer transacciones internacionales.

Están fuera del mundo. Y eso es por culpa de la acción descabellada de Putín. Ahora no estamos como antes: ya no es necesario desplegar una guerra, basta con ahorcarle, y eso es lo que ha provocado el tirano.

Se leen los angustiosos relatos de los ucranianos que viven en las zonas invadidas, ante el acoso de los bombardeos rusos. Años de no haber guerra entre naciones en Europa, ahora se vuelve a lo mismo por un demente con delirios de grandeza.

La guerra trae zozobra, dolor, pobreza, pero no en los que la ordenan y la dirigen, sino en los pobres soldados, los pobladores. El mismo medio ambiente se ve trastocado con la contaminación y con el uso de armas químicas que tanto le gustan al déspota ruso. El mundo se desestabiliza, más cuando son estos gigantes los involucrados.

¿Qué pasará si se meten los países europeos y los Estados Unidos? Y más qué todo, ¿Por qué tener que volver a vivir el triste espectáculo de la guerra cuando estamos en una época que busca desarrollar al máximo el potencial tecnológico para el bien de la humanidad?

Veremos en qué termina todo esto, solo esperamos (de forma un tanto ilusa) que sea pronto y definitivo.