La tranquilidad reflejada en su rostro ha sido sospechosa. Ha hecho surgir más dudas que respuestas. El ya extraditado expresidente de la hermana República de Honduras, Juan Orlando Hernández Alvarado (JOH), en ningún momento dejó escapar alguna muestra de sentimiento o emoción desde su captura hace 66 días, hasta el día de jueves 21 de los corrientes, que fue llevado, en un avión de la DEA, hacia los Estados Unidos.

Todos los que han salido extraditados de territorio hondureño lo han hecho con una evidente cara de amargura en sus rostros, incluso aquellos que nunca perdieron la mirada de asesinato o por lo menos con rostros compungidos, como tratando de buscar una respuesta de por qué cayeron en eso.

No ha faltado quien especula. Un policía de alto nivel, ya retirado, se lanzó a adivinar que la posición de las manos del expresidente era clara señal que enviaba mensajes cifrados a sus compinches. Otro, aprendiz de psicólogo y de astrólogo, dijo que el rostro del exmandatario demostraba que era un psicópata, un asesino, incapaz de sentir remordimiento.

Los cargos que se le imputan en la solicitud de extradición son de complicidad para traficar droga hacia los Estados Unidos y uso de armas prohibidas. Estos delitos se basan en las declaraciones que en el juicio contra su hermano, Antonio “Tony” Hernández, rindieran varios delincuentes ya condenados, específicamente que JOH recibió dinero para que dejara a los narcos trabajar. Pusieron en su boca la expresión: “Les vamos a meter cocaína a loa gringos hasta por debajo de la nariz”.

Ese es el hecho más publicitado desde un inicio. Pero recientemente surgieron otros hechos inculpatorios que, supuestamente, se llevaron a cabo a lo largo de casi dos décadas: dinero recibido para campañas políticas con la promesa de proteger a los narcos, soborno a autoridades electorales para ganar las elecciones, haber recibido un millón de dólares del Chapo Guzmán, haber nombrado parientes de los narcos en puestos claves y concederles contratos a los narcos en obras públicas.

¿Qué es lo que le puede pasar en Nueva York? Su hermano decidió enfrentarse a la justicia norteamericana, a pesar de haber visto el resultado del caso del Chapo, un narco mucho más poderoso, con muchos más recursos que él, y le fue mal: cadena perpetua más 30 años.

Lo que nunca entenderé es cómo, sabiendo que desfilarían en estrados muchos narcos hondureños ya condenados que lo hundirían a él, y de paso al expresidente; cómo es que decidieron tomar la vía más complicada: darse duro cara a cara con la justicia.

JOH es un criminal, sin duda, robó del Estado de forma descarada, pero a la vez también hizo muchas obras para el país, sin dejar de mencionar la estabilidad de la moneda, la economía, su discurso siempre respetuoso y ecuánime. Lástima que su inteligencia privilegiada la ocupó para delinquir, como si se hubiera prometido salir de la pobreza a toda costa, y ese haya sido su único objetivo en la vida, pasando por encima de quien fuera.

Esa inteligencia criminal me hace pensar que su ecuanimidad en estos días se debe a que ya tiene todo fríamente calculado: negociará algo, una condena baja, y regresará a Honduras a disfrutar de sus millones.

Pero si se declara inocente, entonces la novela apenas empieza.

Sin duda la derrota de su partido y la extradición, solo fue posible gracias a que el votante se unió para sacarlo y no tanto para votar a favor de la actual presidenta. Dejaron los rosarios, las vigilias, los rezos y oraciones, y salieron a votar. De seguir el Partido Nacional en el poder la extradición no se hubiera dado nunca.

Los augurios no son buenos, repito, esta novela apenas empieza, hay tantos empresarios lavadores, más que todo, banqueros. Ya cayó uno, Yani Rosenthal. Hasta le cerraron su banco, pero faltan más, porque el narcotráfico así opera, y faltan militares, más policías, políticos etc.

Ya no le cabe duda alguna a nadie que Honduras ha sido un narcoestado, y puede seguirlo siendo, porque Mel Zelaya también ha sido mencionado en los EUA, y actualmente es el que en verdad gobierna el país.