El señor presidente, Nayib Bukele, es impredecible, y las entidades lacayas, asombrosas en su servilismo. ¡Se lanzaron al abordaje del futbol salvadoreño! ¿Qué es lo que vendrá ahora? Así como va la cosa en algún momento no muy lejano el presidente se autoinvestirá como el supremo guía espiritual de la nueva iglesia unificada de El Salvador, y quedarán proscritas todas las demás denominaciones religiosas que existan y las que puedan ser inventadas, per secula seculorum.

No estoy siendo sarcástico, la verdad que así ha pasado cuando el poder se concentra en las manos de un gobernante o una casta. El emperador japonés Hirohito (en pleno siglo XX) era considerado sagrado y su cuerpo, intocable. Por ello, hubo una gran conmoción nacional cuando se tuvo que someter a una operación quirúrgica invasiva, demostrando que no era más que un simple mortal.

Los emperadores chinos, igual, eran considerados divinos, incluso sus heces fecales eran leídas para presagiar el destino del imperio. Al final, el último de los emperadores terminó siendo expulsado como todo simple mortal.

Enrique VIII, en la ya sabida disputa con la Santa Sede, que no le permitía contraer segunda nupcias, decidió romper con Roma y autoproclamarse Jefe Supremo de la nueva y muy convenientemente creada Iglesia Anglicana. Todo por un capricho de la testosterona real del monarca.

No se diga los ayatolás iraníes, máximos líderes de la religión que profesa nuestro señor presidente, los cuales ponen por encima de toda ley y autoridad humana al Corán. Y esto ya en pleno siglo XXI.

Realmente, en lo que escribo y me imagino esos escenarios, viendo cómo ha ido acumulando el poder –que ya de por sí los votantes le dieron a principios del año pasado–, sin duda que no es muy aventado lanzar las proyecciones por esos derroteros.

Que mediante una de sus instituciones obedientes y no deliberantes el presidente haya allanado las instalaciones de la FESFUT, no es de extrañarse, no sería primera vez que se les investiga por los desmanes que hace la argolla futbolera del país, pero lo que sorprendió es la intención detrás de todo eso: crear su propia liga de futbol.

¿Será que tanto ama el futbol salvadoreño nuestro presidente que ya no quiere que el hombre fuerte del Alianza F.C. siga dominando el balompié cuscatleco que tanta lástima da al salir fuera de las fronteras patrias? ¿O es que está decidido a meter mano en toda aquella institución que recibe dinero del pueblo?

Podrían surgir otras hipótesis, como que en efecto
hayan detectado un desfalco, pero como todo lo trabajan con secretividad y, terminan barnizándolo con discursos demagógicos y falsos, no sabremos realmente qué es lo que hay detrás de todo, lo cierto es que quizá, sin darnos cuenta, esta intromisión atolondrada en la FESFUT, sea el primer portazo en la cara que reciba don Nayib, y se dé cuenta que hay poderes superiores a él. ¡Ah! Y también, espero, alguna parte del pueblo salvadoreño también se entere que no es divino ni intocable, que sí tiene límites, que es impetuoso y ansioso de más y más poder, pero que puede ser contrarrestado porque es un simple ser humano más.

La FIFA desde hace años es un gobierno incrustado en los Estados, así de sencillo. Es como una especie de esas clicas que dominan por completo colonias o barrios y legislan, ejecutan y juzgan. Nadie puede contra ellos, y con la FIFA pasa igual.

En todos los países del mundo, incluso en los más avanzados, ordena y manda sobre el futbol, con la amenaza que aquel Estado que se quiera sobrepasar y meter sus narices en cuestiones de ese deporte, ipso iure, queda fuera de toda competencia internacional organizada por la FIFA o cualquiera de sus confederaciones, que son hijas de dominio de aquélla. Nada, absolutamente nada se puede hacer en materia de futbol, solo prestar los estadios, al público, y ayudar con dinero, por lo demás, todo es obediencia.

Lo que hizo el señor Bukele, le va a traer consecuencias que él, en su mente limitada, no preveía. A ver cómo le va, a menos que su necedad sea mayor de lo que nos ha mostrado.