El poder es uno de los temas más difícil e inquietante de abordar, porque es cambiante según el contexto, las circunstancias e intereses. El poder no es bueno ni malo, son juegos estratégicos abiertos en ciertas circunstancias, y en otras cerrado. Las reglas del poder son las reglas no escritas, pero de obligatorio cumplimiento que su inobservancia saca de la jugada a los infractores y éstos no pueden esperar que la experiencia no los excluya de la jugada. Reconocer las distintas experiencias que individuos han tenido con el poder, puede ayudar a entender determinados parámetros de la acción política, y el cambio marginando a algunos políticos y privilegiando a otros. Estas acciones van desde las más obvias y visibles, a las más ocultas e invisibles, que operan detrás de los escenarios del poder.

Una comprensión convencional del poder supone que el contenido sobre los intereses de los actores políticos son visibles y son manejados por las reglas establecidas, y estrategias cómo: el cabildeo y el análisis, que inciden en las decisiones políticas, pero en el ejercicio del poder las tomas de decisiones tienen incidencia política, que se abocan a esas dimensiones de poder y sus principios no son negociables, como tampoco el régimen y el sistema político, y ese poder se apoya directamente en el pueblo, tal como ocurre en la actualidad, que el pueblo salvadoreño apoya al partido Nuevas Ideas, ese apoyo es la fortaleza del partido en el Gobierno.

La política de seguridad es una prueba de la fortaleza del Gobierno, sus estructuras han sido modificadas, reorganizadas y reconstruidas para que el gobierno en sí y por sí domine la vida nacional, generando vínculos significativos de una nueva era, que expresa la realidad del poder.

Tales circunstancias, en términos políticos, es lo que se requiere para que haya paz y tranquilidad, y que los ciudadanos perciban la legitimidad y continuidad del segundo periodo presidencial 2024 – 2029. La clase dominante económica tradicional se encuentra dividida, y carece de liderazgo, y no está jugando las reglas del juego, con algunas excepciones de grupos económicos en consecuencia, sus acciones e influencia materializada al interior del Estado, ha cambiado, no actúan como en anteriores gobiernos, su poder y alcance ha mermado, no constituye un poder hegemónico como en antaño, tampoco imponen su ideología, por tanto, no influyen en las acciones y políticas estatales.

Los intereses de la clase dominante económica también se han diversificado, no dependen de un monocultivo como era el café, y en general la explotación agrícola, y no son propietarios de la banca nacional, puesto que ha pasado a manos extranjeras. La cosa pública se maneja de diferente manera, ha surgido una clase emergente con cualidades propias y trabaja en las esferas de la burocracia estatal, lo cual ha generado una movilización social, así las cosas, las reglas del juego han cambiado, estas reglas y el juego mismo han producido cambios importantes en las expresiones de la sociedad. Pudiéramos hablar de fenómenos sociales, puesto que se ha constituido una nueva clase dirigente que ejerce el control político del Estado de una manera real y efectiva, constituyendo un nuevo Estado real de las cosas de manera contundente, como es lógico, las decisiones políticas son diferentes a las decisiones que se tomaban en tiempos pasados. En consecuencia, el estilo y la forma de gobernar crea líneas políticas de dirección diferente.

El conflicto entre los expulsados que no están de acuerdo con las reglas del juego que rigen la conducción del Estado en el presente y el nuevo estatus quo, ofrece una visión que generan Nuevas Ideas para manejar el poder, han sido excluidos de manipulaciones detrás del poder e influir en el mercado, de igual manera no funcionan las cuotas de poder, en la actualidad no actúa de manera fraccionada, por lo contrario, es un poder concentrado, monolítico en una sola dirección. Esto conlleva a un clima que respira confianza y seguridad, y las instituciones paso a paso se fortalecen para cumplir su función constitucional. “En política hay que saber hacer cuando hay algo que hacer, y además saber que hacer cuando no hay nada que hacer”.