Han pasado muchos años desde la expedición de la Brigada 2506 a Cuba, 17 de abril de 1961, con el resultado de que la mayoría de la juventud de la ínsula desconoce ese trascendental suceso de nuestra historia y aun peor, sufren de una desinformación al respecto que afecta seriamente su juicio, lo que conduce a una conclusión errada.

Lo primero que hizo el castrismo fue acusar a los expedicionarios y a quienes los apoyaron de traidores por asociarse a una nación extranjera, Estados Unidos, para atacar a su país de nacimiento. Falso, el traidor fue Fidel Castro que prácticamente desde el momento que asumió el gobierno se vinculó estrechamente a la extinta Unión Soviética, convirtiendo a Cuba en una plataforma del Kremlin, lo que obligó a la oposición a buscar aliados para combatir a enemigos poderosos que no dudaban en implementar las practicas más brutales.

La alianza entre los dos países, se concretó con la masiva presencia de asesores soviéticos en la Isla. Los efectivos castristas combatieron a los expedicionarios con armas rusas, subametralladora PPsh41, morteros 82mm y obuses M1938 de 122 mm y los aviones de la Brigada enfrentaron el fuego antiaéreo del M1939 de 122 mm . Los rusos estaban en Cuba ante que los expedicionarios armados por Estados Unidos desembarcaran.

No debemos pasar por alto que mientras los expedicionarios llevaban cinco tanques Sherman M-41, las huestes castristas contaban desde 1960 con más de un centenar de tanques soviético T-34, siendo uno de ellos el que utilizó Fidel Castro para montar el teatro de su participación en combate, una noticia falsa porque esa foto fue después de la batalla, según numerosos testigos.

Los que se incorporaron a la Brigada 2506 fueron hombres ejemplares, porque muchos de ellos como Rafael Cabezas, Jorge Gutiérrez Izaguirre, Emilio Martínez Venegas y Luis González Lalondri, después de conspirar en la Isla contra el incipiente totalitarismo, solo la dejaron para incorporarse a una expedición armada en la que podían perder la vida.

Aún más, fuera de Cuba tuvieron la oportunidad de rehacer sus vidas y, al contrario, la pusieron en peligro, no faltando adolescentes, 17 años, como Frank de Varona que llevaba años estudiando en Estados Unidos, que se sumaran a la patriótica expedición.

Esos jóvenes desinformados deben conocer que en esos momentos en Cuba se luchaba arduamente por la libertad. El movimiento clandestino en contra de la dictadura estaba presente en todo el país y de un extremo a otro de la Isla, llanos y montañas, operaban grupos guerrilleros prácticamente sin armas ni municiones.

Por su parte el régimen no perdió tiempo. Consciente del peligro ordenó el arresto de más de 250,000 personas y usó los estadios deportivos del país como campos de concentración, antes, que el dictador Augusto Pinochet empleara el Estadio Nacional de Chile con igual propósito. No lo dude, en abusos y violaciones a los derechos humanos, el castrismo tiene la primicia en nuestro continente.

El totalitarismo nunca ha subestimado a sus enemigos. Si antes los alzados en armas movilizo millares de sus efectivos sin perder un minuto, hizo otro tanto para enfrentar el desembarco, a la vez que inicio varias jornadas de fusilamientos en la que cayeron algunas de las más notables figuras de la resistencia de aquellos años, Alberto Tapia Ruano, Virgilio Campaneria, el comandante Humberto Sori Marín y Rogelio González Corzo, una lista sumamente larga.

Cierto que la derrota de los expedicionarios fue una dura derrota para la oposición interna de la época, generando una gran desesperanza e inseguridad, pero eso no es responsabilidad de los combatientes, esa recae sobre las autoridades estadounidenses que después de elaborar una estrategia y disponer recursos para la misma, en base a requerimientos de lo que llamamos en la actualidad “corrección política” decidió retirarla, o con otras palabras como afirma el escritor José Antonio Albertini, “no se puede hacer la guerra con pólvora importada”.
Quizás para algunos investigadores fue un error la asociación con Estados Unidos, que como es razonable, siempre va actuar en base a sus intereses, no de sus aliados, pero es que la oposición cubana no tenía otra alternativa puesto que los Castro se habían sometido a Moscú y contaban con el respaldo de este.
Sin embargo, para el pesar del castrismo ni las ejecuciones ni la derrota de las guerrillas y de la Brigada 2506, por falta de recursos bélicos, ha vencido el espíritu de libertad de la mayoría de los isleños, en Cuba, se sigue bregando por la libertad como lo evidencia el creciente número de prisioneros políticos, según informa la ONG, Prisoners Defenders.