Al invasor, hoy como antes, “le seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio y damos nuestra riqueza por sus espejos con brillo”. Entre varias, esta es una afirmación esencial que de forma aguda y precisa aparece incluida dentro del épico canto de Gabino Palomares, cuando este describe lo que bautizó como “la maldición de la Malinche”. Cabe aclarar que invade aquel que irrumpe, ya sea de manera forzada o ilegal, un lugar. El relato de este cantautor mexicano tiene que ver con lo ocurrido hace más de quinientos años en nuestro territorio continental, sin que a estas alturas tal calamidad haya sido superada en buena parte del mismo; continúa ocurriendo de diversas formas -parafraseando a Palomares- en pleno siglo 21y tras casi cinco décadas de que este pariera su emblemática composición.

Y es que a estas alturas “nos siguen llegando rubios” -ahora “bitcoineros”, entre estos- a quienes también “les abrimos la casa” y “los llamamos ‘amigos’”. Bueno, se la abren y los llaman así quienes se lucran tramposamente junto a esos personajes u otros igualmente “singulares”.

Para eso se pinta solo, de la mano de su máxima autoridad, el actual Gobierno. Entre otras “puestas en escena” típicas, recientemente Nayib Bukele recibió primero a la actual Miss Universo y días después a la persona dueña de dicho certamen. A ambas en Casa Presidencial, cual si fueran dignatarias. “Pan y circo”, dirán; pero en el escenario político y social actual de esta nuestra comarca, me resisto a utilizar dicha expresión latina. ¿Por? Pues porque para una buena parte de sus habitantes el pan ya es escaso y cada vez escasea más; lo del circo es del todo cuestionable, desde mi óptica.

Llámenle espectáculo, exhibición, función, distracción, burla, chanza, guasa, ironía, descaro, desfachatez... Díganle como quieran, menos circo. Este es un espectáculo de calidad con malabaristas, payasos, equilibristas y demás actores de respeto, que va desde la recordada Carpa México en nuestro país -encabezada por el difunto Eladio Velásquez, el ingenioso y divertido “Chocolate”- hasta el canadiense Circo del Sol. Lo que está haciendo la administración Bukele no es eso, sino una ofensa para la dignidad de las mayorías populares. Lo que ocurre dentro de una carpa circense es, por definición, un “espectáculo de habilidad y riesgo para entretenimiento del público”; lo otro es una vulgar y vacía changoneta.

Ciertamente, están retrocediendo el rumbo de nuestro país hacia el final de la década de 1960 y los inicios de la siguiente. ¿Cómo así? Pues es que entonces el militarismo imperaba en esta tierra salvadoreña, sobre todo pasada la guerra fratricida con Honduras desatada cuando en 1969 las rivalidades de sus castas dominantes habían llegado a su punto más álgido; además, en 1972 se consumó un escandaloso fraude electoral y en adelante se incrementó la represión contra cualquier asomo de oposición al régimen, en medio de la cual se llevó a cabo por primera vez el citado concurso en el país.

Ahora, estamos a las puertas de un nuevo fraude que ‒entre otros asuntos‒ gira alrededor de una pretendida reelección presidencial inconstitucional, el sometimiento del Tribunal Supremo Electoral a los dictados de Bukele y la posibilidad de cambiar las reglas del juego cuando a este se le ocurra, quitando el “candado” que impedía hacerlo durante los doce meses previos al día de la realización de los comicios. Por otro lado, con el pretexto de “garantizar la seguridad” y despreciando también la Constitución, la Fuerza Armada es cada vez más determinante en el quehacer nacional; además, su tamaño crece constantemente y su armamento “mejora” igual. Se acosa, persigue, encarcela y hasta tortura a personas críticas o incómodas en función de sentar, así, “precedentes” que sirvan de “ejemplo” para quienes pretendan atreverse a cuestionar en serio al régimen o a su cabecilla.

“Solo el valor de unos cuantos” -canta Gabino Palomares alrededor de la controversial figura de la Malinche- “opuso resistencia” a “los hombre barbados” que “montados en bestias, como demonios del mal iban con fuego en las manos y cubiertos de metal”. Por ello, derrotar a quien se muestra “humilde ante el extranjero” pero se “vuelve soberbio” con sus “hermanos del pueblo” no tiene nada que ver con calendarios electorales de la politiquería guanaca; tiene que ver, más bien, con ese legado ancestral de la resistencia popular organizada y combativa en defensa de sus intereses más sentidos y del resto de sus derechos ahora violentados.

Posdata: Comparándola retorcidamente con una mara en cuanto a su origen y motivación, Bukele condenó la acción terrorista de Hamás que desencadenó recientemente el genocida ataque del Estado de Israel para exterminar al pueblo palestino. Que yo sepa, a la fecha ni siquiera ha censurado este último.