En todos los tiempos han existido operadores políticos, personajes astutos que giran alrededor del poder político, son articuladores magistrales que tejen la madeja en las redes del poder. Son personajes curiosos y excéntricos que merodean en la oscuridad del poder y además tienen habilidad para identificar los nichos de oportunidades que genera la política, saben representar y diligenciar intereses entre la oferta y la demanda, necesarios para perfilar una comunidad de intereses. Poner como ejemplo al cardenal y duque de Richelieu, Primer Ministro del Rey Luis XIII de Francia, quién encarnó claramente el poder tras del trono, y su sucesor también como Primer Ministro el cardenal Julio Mazarino.

El cardenal Richelieu, conocido como “el cardenal con botas” fue consejero del Rey Luis XIII y se distinguió por ser un hábil operador político, que manejaba información, acumulo secretos reservándose los propios, buscó en los enemigos los mejores aliados, y nunca se quitaba la vestimenta de la “púrpura roja”.

Asimismo Talleyrand pertenecía a la misma congregación religiosa que Richelieu, y se mantuvo siempre en el centro político de Francia, reconocido diplomático que intervino en la negociación de tratados, alianzas y acuerdos diplomáticos, respaldado por Napoleón Bonaparte, en calidad de Ministro de Relaciones Exteriores, se encargó de legalizar las nuevas anexiones territoriales en varios tratados. Richelieu fue rival del Joseph Fouché, quién fue el miembro más poderoso del gabinete de Napoleón, conocido por “el genio tenebroso”, El Conde del Otranto.

Napoleón tenía dos cerebros de operadores políticos en temas puntuales, Talleyrand en relaciones internaciones y los grandes tratados, y Fouché en seguridad, el mismo Napoleón cuando les veía llegar juntos decía: “Ahí viene la astucia apoyada de la maldad”. Los operadores políticos de ayer y de hoy, se mueven en los pasillos del poder cuentan con un capital político, que entre otros factores tienen acceso a información calificada para poder negociar asuntos que se les encomienda y comisiona, la recepción de la información ayuda a entender a éstos mandatarios exactamente en cada asunto político, lo que constituye una ventaja para encontrar acuerdos y entendimientos y lograr el objetivo estratégico que le ha sido encomendado.

Tienen habilidad para abrir puertas, poder hablar y tejer acuerdos, no acercándose tanto a los núcleos del poder, porque se les necesita tenerlos en frente por razones de seguridad, estos elementos políticos no figuran en lo cotidiano de la política, generalmente emergen de las sombras, puesto que son operadores emblemáticos, puesto que sobre ellos recaen sospechas de un cruce entre la política y los negocios, en consecuencia, con lo dicho se sabe: en política se construyen mitos, y los operadores políticos forman parte de tales extremos.

El modus operandi varia del estilo clásico en la escena política, puesto que usan instrumentos políticos diferentes que se vuelven casi insustituibles. Ya en el ejercicio del poder adquieren una categoría de mayor importancia, incluso que los analistas políticos militantes, puesto que en ocasiones ayudan a definir estrategias, manejo de relaciones y contactos más allá de la superficie de la política, por lo tanto, los operadores políticos siempre trabajan para otro, aunque no siempre ese otro es la misma persona o grupo político, por lo que se considera que su verdadero jefe es el poder, aunque su desempeño es fuera de lo institucional, pero hacen que las cosas sucedan, no rinden cuentas que exige la administración pública, por lo tanto manejan informalmente su actuación, pero implementando el arte en el manejo de los secretos, los contactos que manejan, creen en un proyecto, moviéndose en los niveles más altos de la política, están en el centro de las decisiones sean estas grandes, como un importante acuerdo político; o pequeñas, por los efectos políticos que produce.

En algunas circunstancias hay una frontera difusa, entre un operador político y un lobbysta, puesto que este tiene más que ver con defender los intereses económicos de un sector, un operador político, su trabajo es integral, probablemente la zona más oscura de la política, lo cual requiere actuar con sumo sigilo, porque el poder siempre busca a quién colgar, y hay que tomar en cuenta que en el ejercicio del poder, de las decisiones que se tomen y de los efectos que generen, no hay tribunal dónde apelar.