Nunca dejaré de culpar a ARENA ni al FMLN (sobre todo a éste) por haber construido el camino por el cual transitó el actual presidente para llegar al poder y hacer lo que hace. En esta novela, escrita con la pluma de un aspirante a dictador que se considera iluminado, se han escrito dos capítulos más recientemente.

La primera, que no pasó desapercibida, resultó muy comentada y repudiada, fue la abstención del gobierno actual de condenar la invasión de Putín a Ucrania, uniéndose a un “selecto” grupillo de países con amargas dictaduras, demostrándonos así de simple en qué lado de la cancha se mueve el señor Nayib Bukele: en el de los dictadores que, para no ser molestados, se distancian de los EE. UU.

Volvemos al tan trillado ejemplo de “si tiene plumas de pato, pico de pato, patas de pato y nada como pato, es un pato, ¡imbécil!”. Aristóteles hace 2,500 años se tomó la molestia de enseñarnos a razonar fundando las leyes de la lógica, en el afán de no engañarnos y encontrar la verdad, por medio de la clasificación de las especies atendiendo a sus cualidades particulares, que las distinguen de unas y las agrupan con otras, y no a especulaciones abusivas. Si este régimen se pone del lado de Venezuela, Nicaragua, Cuba, Corea del Norte, ¿qué más hay que discutir al respecto? Está en el grupo de los dictadores.

Lo de Putín es una caprichosa invasión de otro dictador loco, megalómano, inescrupuloso, que inventa montón de excusas para hacer lo que está prohibido. Apoyarlo, aunque sea con el silencio cómplice de una abstención en la ONU.

El otro capítulo que escribió fue la expropiación de dos rutas de buses al mejor estilo del comunismo, y aunque el autócrata que nos gobierna no sepa nada de esas cosas ideológicas, porque es pragmático y ocurrente, así es como se hacía en esos regímenes.

Y no quiero ser ave de mal agüero, pero eso podría empezar a ser una práctica. Cuando el dictador soviético rumano Nicolae Ceaușescu señalaba con su dedo índice, la gente temblaba, porque indicaba a donde deberían expropiar, demoler y construir algún edificio o monumento.

Una de las bases en nuestro sistema es el respeto a la propiedad privada. Está por demás fundamentado que el fruto del esfuerzo, de la iniciativa, del trabajo, de la valentía de emprender, no puede ser sustraído del ámbito de sus propietarios. Solo en manos privadas crecen las empresas; en las que se encargan de mantenerlo y hacerlo crecer. Ya sufrimos la locura de la estatización de medios de producción en tiempo de la locura duartista, y la experiencia fue espantosa, el servicio fatal, el crecimiento nulo y la corrupción desbordada. Y así sucedió en varios países de Latinoamérica que se metieron en ese campo. Argentina, Perú, Nicaragua, etc., en los años 80 del siglo pasado. Don Nayib Bukele no entiende de esas cosas porque nunca ha estudiado, y porque actúa con forme a la ocurrencia del día. Además, es parte de un guion, pero los que sí sabemos, no nos causa sorpresa que lo haga, aunque no enfade. Es terrible lo que está sucediendo.

Los dictadores, como los embaucadores, siempre van a maquillar sus verdaderas intenciones. Putín dice que liberará al pueblo ucraniano de un régimen nazi (¡jajaja!), y de los genocidios que está cometiendo (¡jajajajajaja!), así mismo Nayib Bukele señala que la confiscación de las rutas de buses fue para beneficio del pueblo y para mejora el servicio.

Y son muy creativos para los discursos y los nombres de las leyes o iniciativas, como Daniel Ortega y su ley para oprimir a la oposición, meter presos a periodistas, cerrar universidades y oenegés: Ley de Soberanía para defender los derechos del pueblo a la independencia, la soberanía y la autodeterminación para la paz. Linda, ¿no?

Lo que me da tristeza es que la Fuerza Armada esté volviendo a convertirse en instrumentos del mal, después de haber pasado varias décadas en los primeros lugares de las simpatías de los ciudadanos y que nos vuelvan a transmitir ese sentimiento de miedo, de peligro.