Voy a evitar eufemismos. La actual administración gubernamental es alérgica a la ciencia, a la información, a los datos, a la evidencia. De manera sistemática ha venido configurando todo un andamiaje para ocultar información pública: desde el abuso obsceno de la reserva de información hasta la captura de instituciones de control. Una violación fraganti al derecho de la población al acceso a la información pública. Además, la improvisación se ha convertido en la norma para la toma de decisiones de política pública: no existe sustento técnico, pero sí sobra propaganda. El ejemplo más concreto de esto es, por ejemplo, la adopción del bitcóin en el país. Un año después ningún ciudadano puede saber cómo se han utilizado los recursos públicos y tampoco conoce de un solo estudio técnico que muestre los beneficios, así como los costos de esa decisión porque no existe. Todo esto no hubiera sido posible sin el aval de una Asamblea Legislativa controlada por el Ejecutivo.

El contrargumento de esto será: “él es de la oposición”, porque se ha normalizado que cualquier ciudadano, periodista, especialista en salud, educación, economía o cualquier ramo que dé su opinión y muestre evidencia de los errores en la actual gestión gubernamental se le tilde de oposición política para intentar descalificarlo. La ciencia para algunos es enemiga, porque los retrata.

Pero el colmo ha sido la eliminación de la Dirección General de Estadísticas y Censos (Digestyc), una institución que tenía 140 años de existencia. Hace solo unos meses el propio Ejecutivo había pedido un préstamo para fortalecer la institución que ahora ha sido disuelta con la complicidad de la Asamblea Legislativa. La discusión como es costumbre fue sin un documento técnico que explicara por qué esta solicitud y también como se ha hecho costumbre fue aprobada de manera exprés.

Uno de los “argumentos” que se mencionó es que es una institución que cuesta mucho dinero. Mentira. El presupuesto de la Digestyc era el 0.5% del presupuesto del gobierno central. Por cierto, con los recursos aprobados para el bitcóin se pudo haber financiado más de 50 años de esta institución.

Otro argumento fue que desde 2007 la Digestyc no produce nada. Otra mentira. Esta institución era la encargada por ejemplo de producir las estadísticas anuales relacionadas con la pobreza, mensuales de la inflación, así como indicadores de salud, educación, género y muchísimos otros. Toda esta información era la base para evaluar si las políticas públicas estaban funcionando o no, ahora lo que se busca es la máxima de: cierre los ojos, no vea la gráfica y tenga fe en mí.

Se aprobó además que el Banco Central de Reserva (BCR) asumiera algunas de sus funciones, lo cual es un despropósito porque el BCR no está diseñado para eso. Por supuesto que la Digestyc tenía muchas debilidades, pero lo que se requería era convertirlo en un instituto de estadística independiente, no eliminarlo. Imagínense que ni los peores gobiernos autoritarios se atrevieron a hacerlo.

El personal de la institución que es multidisciplinario queda en el limbo, como también lo quedan las estadísticas que se debían de actualizar. Por ejemplo, ¿cuánto ha variado la pobreza y la desigualdad en el último año? ¿Y la brecha de género?

Realmente dentro de las malas decisiones esta es una de las peores. Pero hoy más que nunca hay que continuar exigiendo, especialmente desde la academia y los centros de pensamiento, estadísticas robustas que permitan evaluar, pero también poder aportar a dar respuesta a los problemas de la gente que siguen estando ahí.

Sé que para la mayor parte de la población esta decisión es irrelevante, porque sus preocupaciones son que no le alcanza el dinero para comer, que no pueden comprar las medicinas, que el agua no cae en la casa, entre otros; pero justamente para poder resolver esos problemas es que se necesitan estadísticas que permitan tomar las mejores decisiones en el ámbito de las políticas públicas. Imagínese que de repente cerraran los laboratorios médicos y ahora los tratamientos se basen en lo que le dé la gana a una persona que ni siquiera es especialista en medicina, ¿usted estaría de acuerdo? Pues esto es el equivalente de ello.