El 5 de noviembre de 1922 nació una de las mujeres más emblemáticas de la historia salvadoreña, no sé si habrá alguien que pueda tener la hoja de vida de la excelente profesional Doctora María Isabel Rodríguez. Cuando se habla de romper esquemas o paradigmas, se debe hacer alusión a ella. Fue la primera mujer en ser rectora de la Universidad de El Salvador y primera ministra de Salud.

En su vida ha tenido muchos reconocimientos, eso enorgullece a una nación, ejemplo de mujer líder que celebrará sus cien noviembres. A los cantantes o deportistas muchos se abalanzan para pedirles autógrafos. Tener una conversación o una foto con la Dra. Rodríguez es más que un privilegio.

Celebrar el cumpleaños número cien de la Dra. María Isabel Rodríguez es más que una alegoría. Ella ha estado en diferentes ámbitos, ha sido política, científica, rectora y le ha dado a El Salvador muchos triunfos gracias a sus investigaciones y patentes. Fue consultora en la Organización Panamericana de la Salud y de la Organización Mundial de la Salud.

A mis estudiantes de comunicaciones les explico qué significa y quiénes son los dignos de recibir un Doctor Honoris Causa. La destacada doctora ha recibido once Doctorados honoris causa, de parte de la Asamblea Legislativa recibió La Orden al Mérito 5 de Noviembre 1811, entre otros premios, medallas y distinciones.

En canal de You Tube del ministerio de Salud de El Salvador, Robert Valente, coordinador residente de la ONU El Salvador manifestó: “Se ha roto esquemas en los ámbitos académicos, políticos, universitarios y públicos aún en tiempos cuando era mucho más difícil romperlos, es un ejemplo para presentes y futuras generaciones de liderazgo femenino...”.

Además de haber sido ministra de Salud, publicó aproximadamente 100 patentes y realizó muchas investigaciones en el área de salud. Es interesante saber que una persona puede tener muchos premios, puestos laborales y una connotada vida profesional. Todo está en el ahínco y perseverancia.

Por su trayectoria como médica y haber aportado investigaciones, un hospital lleva su nombre, Hospital Nacional de la Mujer “Dra. María Isabel Rodríguez”. En la entrevista realizada en el programa La noche está uva manifestó que deseaba ser profesora normalista, modista y al final, a pesar de los tabúes de ese entonces, decidió estudiar medicina. Además, exhortó que tuvo mentores, entre ellos el doctor Ricardo Quezada, fue él quien le dio oportunidad de trabajar en el área de cardiología.

Tuve el gusto de conocerla en un congreso sobre educación que organizamos los estudiantes de la maestría en educación en la Universidad de El Salvador Facultad Multidisciplinaria de Occidente, Santa Ana. Su exhortación fue sobre la importancia de la profesionalización de la docencia superior.
Cuando un ser humano deja un legado es meritorio que los auditorios, calles, escuelas y hasta universidades lleven su nombre. En la Universidad de El Salvador se encuentra una estatua con la figura de la extraordinaria mujer académica. Figura que es admirada especialmente por los futuros doctores en medicina. Ella se merece más que una salutación para una reina. Es digna de una genuflexión y saludarla con respeto.

Muchos se han de preguntar si se casó, según el periódico digital diario1.com (junio, 9, 2014) “Pero cuando Víctor Sutter, subdirector de la Organización Mundial de la Salud, la abordó en un coctel en México, sabía que estaba ante una vuelta de tuerca del destino. Con él, que le doblaba la edad, se carteó durante varios años antes de dar el sí. Con él conoció, mediante sus relatos, los grandes avances médicos del primer mundo. Con él se casó a los 47 años de edad, por lo que nunca tuvo hijos”. Solamente estuvieron casados cinco años. En otros países ha brillado como una estrella. Es, quizá, una de las mujeres más emblemáticas de la historia salvadoreña.

Se le puede considerar como una escritora emblemática en diferentes áreas: Investigación biomédica, salud internacional, desarrollo en recursos humanos en salud, etc. Mañana cumplirá 100 años de triunfos, eso significa que se merece hasta que las campanas de la iglesia le despierten, un coro de niños le canten y los poetas le regalen versos de gloria y eternidad. “Su mente, ojos y manos esculpieron triunfos, su caminar aún sigue dejando estelas de gloria. Mujer Ilustre de altos quilates”.