¿Cuáles son las verdades y cuáles las mentiras en este gobierno? Sus muy inusuales (en nuestra democracia) medios propagandísticos de comunicación que desfiguran (como todo medio oficialista) la realidad, más las dificultades que enfrentan los medios libres y democráticos del país para obtener información puntual y veraz, nos mantienen a los ciudadanos en un limbo nebuloso en el que no podemos saber la verdad con precisión.

Tampoco es que antes hubiéramos sido informados al mejor estilo de los países del primer mundo (¡cuántas cosas se ocultaron en los gobiernos de Arena y FMLN!), pero sin duda nuestra libertad de prensa, nuestro derecho a ser informarnos con veracidad, han mermado escalofriantemente en estos últimos (casi) cuatro años.

En esos recónditos escondites del laberintudo andamiaje gubernamental quedarán escondidos, amparados en medio de la oscuridad del silencio, la censura y el “engavetamiento” las cifras relacionadas al covid – 19; las licitaciones que han beneficiado a parientes del mandatario, los chanchuyos detrás de la Chivo Wallet y los muertos y desaparecidos en este excepcional estado de excepción.

Pero una cosa es todo ello que, si bien causa indignación y desconsuelo, no es ni por cerca tan grave como estar ocultando las verdaderas cifras de las finanzas públicas, porque ello no solo lleva a la indignación y desconsuelo de toda la nación -sin distingo alguno de color político-, sino a la debacle total. ¿Y por qué mi sospecha de ocultamiento? Por la petición al Fondo Monetario Internacional de no revelar un informe sobre la situación del país.

Mentir en ese campo específico, falsear los datos, maquillarlos, callar es lo más peligroso que existe en una nación, no importa cuál sea la ideología que guíe al o los gobernantes. Así le pasó a la URSS, así le ha pasado a los Estados Unidos, y también a Venezuela, Albania, Corea del Sur, México, Japón, etc., variopintos países que por andar ocultando movidas chuecas en sus estados contables se dan de narices contra el muro de la realidad.

Ojalá la administración Bukele no nos vaya a hacer una “gracejada” de esas.

Durante la homilía del 24 de marzo, conmemorando el asesinato de san Romero de América, el cardenal Gregorio Rosa Chávez, dijo que con una propaganda multimillonaria se ha vendido a moros y cristianos la idea de un país en progreso y desarrollo, un país que resulta ser sino virtual.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), nos muestra la realidad y en un reciente informe sobre que El Salvador dictamina que hay una “trayectoria insostenible” de la deuda pública.

¡Hombre, si es que no era necesario que la Comisión nos lo dijera!, si es que lo hemos estado observando, anonadados, de cerca. Solo eso de tomar dinero del erario público a su antojo para apostar al bitcóin ha sido tan preocupante como insultante.

Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pega otra estocada al macho (y el nuestro aguanta más de dos o tres puyas) advirtiendo que la deuda pública sigue siendo elevada y que está “en una senda insostenible”, y agrega que es imperativo que se tomen cartas en el asunto de manera urgente.

El endeudamiento es necesario, pero no para gasto corriente, sino para invertir, si no es así, estamos siguiendo una tendencia igual a la de los otros gobiernos que tanto criticaba el actual mandatario.

Las gráficas que surgen con base a los datos del mismo Ministerio de Hacienda, muestran un comportamiento hacia un endeudamiento sin precedentes. Pareciera casi una tara mental hacia endeudar al país de forma irresponsable.

Un par de amigos expertos sobre estos temas a los cuales consulté, me dicen que sería un total absurdo culpar a la administración actual de esos números rojos cuando ha sido lo mismo antes, pero otro señaló que esto ha alcanzado niveles récord, y no tiene nada que ver que el bukelismo haya encontrado un país ya endeudado. Lo que se está viendo ahorita no tiene parangón.

El Presidente tiene todo el poder en sus manos. Roguemos al Todopoderoso que lo ocupe para dar ese golpe de timón antes que sea muy tarde, en caso contrario, entonces que la segunda venida de Cristo no encuentre confesados, arrepentidos y con las penitencias cumplidas.