Carmen Elena V., de 40 años de edad, era una mujer saludable y trabajadora que vivía en la zona rural de San Pedro Masahuat, departamento de La Paz, casada y madre de tres hijos a los que amaba entrañablemente. Desde hace mucho tiempo tenía un sueño entre ceja y ceja: Irse para los Estados Unidos, para garantizar una mejor vida para sus descendientes. Alguien la contactó con una persona (“coyote”) que conocía la ruta ilegal para llegar a la nación del norte y tras convenir un “cobro justo” a principios de enero de este año partió en busca de cumplir su sueño.

En el desierto de Sonora el calor es insoportable y la sed implacable. La temperatura puede alcanzar en su punto máximo hasta los 80.8ºC, siendo el promedio los 50ºC en el día y en la noche bajar tanto a 0ºC, En el día es agobiante el calor y en la noche el intenso frío. Ambas condiciones climáticas pueden ser mortales para cualquier ser humano.

El “coyote” que llevaba a Carmen Elena y otras personas optó por la ruta desértica y les dijo que era la más segura y que tenían que llevar solo lo necesario porque tenían que caminar mucho y la carga tenía que ser ligera. Cuando ya tenían días en el desierto se les acabó el agua y tanta era la sed que apenas llegaron a un abrevadero Carmen Elena bebió agua sin importarle el mal sabor y el raro color del líquido. Apenas un par de horas después comenzó a retorcerse del dolor de estómago. Al llegar al poblado más cercano la mujer estaba grave, por lo que fue llevada a un centro médico, de donde se hicieron las gestiones para regresarla a El Salvador, pues había adquirido una bacteria.

A mediados de enero retornó al país y de inmediato fue internada en un hospital, donde el sábado 11 de febrero, a pesar del esfuerzo de los médicos, falleció debido a las graves lesiones que le causó la bacteria en su organismo. Fue enterrada el lunes 13. El sueño americano le arrebató la vida y se transformó en una horrible pesadilla para sus hijos y esposo.

Este mismo año, el 23 de enero, murió en un accidente de tránsito, en Chihuahua, México, Samuel David S., de 28 años de edad, un joven oriundo de Jujutla, departamento de Ahuachapán, quien junto a dos amigos iba en busca de su sueño estadounidense. Alguien que conducía a excesiva velocidad les dio “aventón” y las llantas del vehículo explotaron. La familia del joven se enteró hasta seis días después sobre la muerte del joven y se abocaron a la ayuda humanitaria para repatriar el cadáver; mientras que los otros dos salvadoreños, con quienes había salido de su cantón Guayapa Arriba de Jujutla, el 8 de enero, quedaron hospitalizados en un nosocomio mexiquense.

La muerte de salvadoreños intentando llegar de manera indocumentada y por vías ilegales a Estados Unidos es más de lo que podría imaginarse. Recordemos que en junio pasado cuatro jóvenes, entre ellos un adolescente, murieron en un grave accidente en Nuevo León. Las cuatro víctimas eran salvadoreñas y en su momento tres de ellas fueron identificadas como. Óscar Armando S., de 16 años; Xiomara B., de 27; y Briseida S. de 28. Sus cadáveres fueron repatriados con ayuda de las autoridades mexicanas y el Consulado General de El Salvador en dicho país y enterrados en diferentes localidades del departamento de San Miguel, de donde eran originarios. En ese accidente sobrevivió una niña salvadoreña de 12 años, que resultó lesionada y era hija de una de las víctimas mortales.

El sueño de Xiomara era ir a trabajar a Estados Unidos, ahorrar dinero y regresar al país para comprar un terreno y construir su casa, donde vivir con su familia. Hay quienes se aprovechan de esos sueños y se ofrecen para, a cambio de cantidades que oscilan entre los $8 mil y hasta $15 mil, guiarles por ruta ilegales cargadas de graves peligros.

Apenas un mes antes, en mayo de 2022, César Vladimir, de 36 años y su hijo Malthus Alexander, de 7, murieron ahogados en el río Suchiate, en Chiapas, México. Ambos, junto a la esposa y madre respectivamente intentaron cruzar el río en una balsa en horas nocturnas, pero cayeron al río y fueron arrastrados por la corriente. Los cadáveres de padre e hijo fueron encontrados días después. Habían salido el 11 de mayo desde El Salvador y su sueño era establecerse en la nación norteamericana.

Quienes viajan ilegalmente se exponen a morir, sufrir asaltos, vejaciones de todo tipo, las bandas organizadas, el narcotráfico, la trata de personas. Algunos logran llegar y no necesariamente viven un sueño en tierras americanas, por falta de oportunidades, la barrera del idioma, el clima, y otras circunstancias, incluyendo la discriminación. Lo mejor es quedarse en casa y buscar las oportunidades. Intentar viajar legalmente.

La embajada de Estados Unidos en El Salvador, el gobierno salvadoreño y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) mantienen campañas de concienciación para evitar la inmigración irregular. Los peligros están latentes y salir indocumentado es exponerse a todo tipo de riesgos. Salvadoreños, quedemos en casa, aportando al desarrollo de esta nación, cada quien desde su trinchera. El país nos necesita a todos.