Este lunes se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha establecida para recordar el brutal asesinato en 1960 de las hermanas Minerva, María Teresa y Patria Mirabal a manos de la dictadura de Leónidas Trujillo en República Dominicana.
Desde que se estableció esta fecha conmemorativa, se ha visibilizado aún más la violencia contra la mujer, pero lamentablemente en países como el nuestro, sigue siendo visible en casos repudiables. No es solo asesinatos o golpes, desapariciones o maltrato, ahora la violencia contra la mujer tiene diversas formas hasta agresiones verbales detestables en redes sociales de parte de algunos personajes de la clase política.
El problema es serio. En algún momento El Salvador fue el país de América Latina y el Caribe con la mayor tasa de feminicidios, de manera que trivializar la violencia contra la mujer es absurdo. Este año, la la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) registra 36 feminicidios, según datos del Observatorio de Violencia Feminicida.
Hay múltiples formas de violencia de género y la sociedad salvadoreña debe persistir en educar a sus hombres en el respeto absoluto a la mujer y a las mujeres en no dejar pasar las formas de violencia disfrazadas a las que muchas se han acostumbrado. La violencia contra las mujeres ha sido una verdadera epidemia y hace falta mucho para controlarse y erradicarse.
El 25 de noviembre debe ser un día de profunda reflexión sobre este flagelo y buscar formas de erradicarlo de nuestra sociedad. Pero además, debe ser un día para educar desde la niñez sobre el respeto y aprender a repudiar toda forma de violencia contra las mujeres.