Muchos quieren ser político, algunos ni necesitan ser profesionales para lograr su objetivo. Hasta las universidades han retirado la carrera de Ciencias Políticas. Quizá el siguiente escrito parezca un chascarrillo o parodia; sin embargo, muchos candidatos para políticos tienen una transformación o metamorfosis al estilo de Franz Kafka cuando llegan al poder. Usted estará en su mente rebobinando los buenos y malos políticos que han existido en El Salvador. No sabemos qué harán los que ya fueron inscritos como candidatos para las elecciones del 2024.

Lo primero que no haré es operarme la nariz, no tengo un rostro con perfil griego ni tampoco tengo la estatura, tendría que volver a nacer para ser alto, fornido y parecerme a una estatua de Miguel Ángel. Prometo que no me haré cirugías con el jugoso sueldo que gane. Quiero tomar el ejemplo de la política alemana Angela Merkel y de “Pepe” Mujica.

No cambiaré mi “carcachita” por un auto de último modelo. Sin embargo, el vendedor de autos me visitará, cuando inmediatamente me elijan como diputado o alcalde para que adquiera un auto de lujo, pero no lo haré. Es más, no cambiaré a los amigos.

Tampoco cambiaré de casa o me iré a vivir a otra colonia, seguiré viviendo en el mismo terruño. Siempre seré el mismo. Siempre saludaré a los vecinos, todo seguirá igual. Ojalá el poder y el dinero no me corrompa. Tampoco cambiaré al chucho, no tengo un perro de raza o pedigrí, como dicen. El chucho aguacatero y el gato seco que cuidan mi casita siempre me acompañarán.

Cuando ya esté sentado espero no tener oficina de lujo, rancho de playa, ropa fina, Rolex, viajar en avión privado o clase ejecutiva, visitar restaurantes de lujo, viajes por todo el mundo, auto lujosos, chofer, etc. Cuando sea político, me imagino, el primero que me visitará será el ingenuo que en campaña le prometí trabajo. Vendrá desde su cantón o caserío y yo le diré a mi asistente “dígale que estoy en una reunión importante”.

Prometo que me portaré bien, no estaré involucrado en casos de corrupción o me dejaré tentar por el maletín negro, prometo que no incorporaré a familiares a plazas, eso de hacer nepotismo no estará en mi pensamiento. Cuando me juramenten prometeré ser una persona proba, decente, seré un político ejemplo para la sociedad. Prometo que no seré engreído, narcisista o me creeré un dios.

Prometo que presentaré mi declaración de probidad para que vean que solo tengo una casita humilde en donde también viven mis padres y hermanos. Prometo que no me enriqueceré ilícitamente; ya que, no quiero en el futuro estar en listas negras como la Lista Engel. En cada municipio se recuerda al mejor concejo municipal, al mejor edil. En la historia salvadoreña recordamos a los peores y mejores presidentes; además, a los diputados que fueron intachables en el quehacer político. Yo quiero ser político, no es nombre de portada de un libro, en realidad el pueblo no quiere decepcionarse cada vez que vota por el político de su predilección.

Yo quiero ser político para escuchar al pueblo, para ponerme las botas e ir a los campos, gestionar proyectos para ver florecer las milpas, frijolares, cafetales y demás cultivos. Cuando sea diputado discutiré leyes en bienestar del pueblo. Prometo que si soy elegido como alcalde estaré presto día y noche para resolver las necesidades de todos los habitantes de los distritos que gobernaré. Creo que en dos o tres meses recuperaré lo que invertiré en la campaña, aquellas personas que visité en caseríos y cantones, no creo volver a verlas. Los barrios en donde extendí mis manos no creo vuelva.

Haré todo lo que prometeré en el plan de gobierno municipal o de los distritos. Yo quiero ser político para cambiar el rumbo de El Salvador, a través de un ayuntamiento o sentado en una curul, será la oportunidad de mejorar muchas cosas. P.D. todo lo anterior parece una utopía; sin embargo, el que llega a un puesto político cambia como un camaleón.