¿Cuál es su evaluación general de los cuatro años del gobierno de Bukele?
Siendo honestos, equilibrados, es una foto bastante compleja, donde vemos luces y sombras. Por un lado es indiscutible la mejora en materia de seguridad, la disminución de homicidios, eso es notorio y valorado por muchos ciudadanos y comunidades, pero por otro lado tenemos todos los efectos colaterales, como le han llamado, la cantidad de gente inocente que se ha capturado y con limitada investigación, sin asesoría judicial. Esto nos evoca aquella frase, mal atribuida a Maquiavelo, de que el fin justifica los medios.
En materia económica, nada nuevo bajo el sol, el mismo crecimiento de las últimas décadas pero más allá de los efectos en la pandemia el sistema económico está intacto con el agravante de la disminución de la inversión extranjera directa.
En el campo educativo, hubo entrega de computadoras, ha habido variantes de planes educativos, pero no vemos un rumbo muy claro, cuáles son las metas, los desafíos que se plantea el gobierno. Con la ministra anterior había un plan, el plan Torogoz, ese plan se disipó un poco.
Otro aspecto importante es la ausencia de datos, está casi todo reservado, hay una atmósfera generalizada por reservar información y es difícil saber el rumbo del país sin métrica. Es una característica de este gobierno. Esa sería una foto borrosa general de este gobierno.
¿Cuál debería ser el énfasis del gobierno en el año que le falta a este periodo?
Un desafío sería transparentar los datos para que los ciudadanos sepan y la academia tenga insumos. Hay que reflexionar y ver cómo se cambia la circunstancia económica del país, que no es muy alentadora, tenemos una inflación baja afortunadamente, se han hecho esfuerzos para cumplir los compromisos pero a costo del tema de pensiones. El gran desafío es económico y democrático. Vamos a un proceso electoral con bastante incertidumbre, con el tema de la reelección, con la amenaza de que si van o no suprimir municipios o curules.
¿Qué ideología ve en el presidente o el gobierno?
Vemos cambios contradictorios en las ideas, la geopolítica, las relaciones. Percibíamos un culto a la personalidad del presidente porque todo el mundo y la maquinaria comunicacional y propagandística apunta a Bukele, es un fenómeno hemisférico, en todos los países se habla de él y, si se habla de él, es porque se están produciendo muchos contenidos digitales más que porque haya cosas importantes que destacar, al margen de seguridad, que es lo que ha tenido mayor impacto. No sé si comprenderán el alcance del concepto desde el punto de vista de las ciencias políticas.
La oposición no ha resuelto sus problemas del pasado, ni Arena ni el Frente, que era lo primero que debieron haber resuelto su situación, la gente todavía lo sigue viendo desde la óptica de la corrupción”.
Aunque ellos dicen que las ideologías ya no existen.
Siempre hay ideologías, intereses, de favorecer el mercado, el Estado, si mi aliado es China, Rusia o es Estados Unidos, si respeto o apoyo ciertos colectivos o no. Siempre hay ideologías, que le quieran llamar de otra forma, le pueden llamar, pero es un sistema de ideas que genera ciertas creencias, valores, principios, que impulsan un proyecto político.
¿Cómo definiría las acciones de este gobierno en los últimos cuatro años?
Creo que está todo muy centrado en la figura del presidente, todo parte de él, todo regresa a él. No es un proyecto político que tenga una apuesta estratégica en el tema educativo, ciencia o tecnología, economía. Creo que hay muchos aspectos erráticos, no hay mucha planificación y que reacciona a determinados hechos y reacciona muy bien, de una forma muy ejecutiva. Pero es un gobierno bastante reactivo y ejecutor pero que no responde a un plan o una visión de largo plazo para alcanzar metas y transformar el país.
¿Es un gobierno bastante ejecutivo y reactivo a qué?
A las oportunidades que van apareciendo y que pueden generar rédito político. El principal aspecto en esto es el tema de reelección. El presidente mismo varias veces dijo que en este país no podía haber reelección y de repente dice que sí va a haber reelección y se buscan ciertos atajos, el artículo medio escondido, que no es reelección sino segundo mandato.
Vemos un cambio en el tema del poder y parece que eso guía el rumbo político: el control del poder. Entonces, creo que el presidente Bukele ha ido entendiendo esta dinámica del poder, ha ido creciendo en su capacidad de control y ahora ha cambiado de opinión y quiere continuar, lo cual cualquier persona de sentido común y cierto grado educativo sabe que la Constitución no permite la reelección.
¿Se puede poner una nota al presidente o gobierno?
Es difícil, creo que la gente lo va a evaluar como lo ha venido evaluando con nota 8. Desde la academia tendríamos una valoración mucho más baja, manejamos otros códigos simbólicos, menos emocional y más racional.
Vemos un cambio en el tema del poder y parece que eso guía el rumbo político: el control del poder. Creo que el presidente Bukele ha ido entendiendo esta dinámica del poder, ha ido creciendo en su capacidad de control”.
¿Cree que el régimen de excepción blindó la imagen de Bukele?
Le ayudó mucho y fue una herramienta que le permitió avanzar. Yo creo que todo este tema de seguridad, si no tuviera el trasfondo que tiene y si hubiese iniciado así el gobierno, sería otra cosa. El problema es que hemos visto mucho ruido con el tema de las negociaciones de las pandillas. Probablemente hubiese sido necesario (el régimen), no sé si sigue siendo necesario o si se está utilizando también como herramienta coercitiva, que todo el mundo lo piensa dos veces manifestarse, participar en marchas o tener una reacción frente al gobierno, porque sabemos que no hay garantías, que no hay derechos ciudadanos. Creo que se ha ocupado y se está ocupando como una herramienta coercitiva de poder también.
¿Está blindada o tiene vulnerabilidades?
Por el momento, sí, la gran vulnerabilidad es lo económico. La gente, si bien vota recurriendo a lo emocional, también vota con el bolsillo; si la economía no se cuida, por más régimen de excepción que haya y propaganda, eso no se puede ocultar.
¿Qué tanto culpa la gente al gobierno de la situación económica?
Poco y nada, hay un margen en nuestra última encuesta, creo que hay un 20 % o 30 % que sí le atribuye al gobierno, otro porcentaje similar lo atribuye a condiciones globales de mercados internacionales, pero habrá que ver cómo evoluciona la macroeconomía del país, las remesas.
¿Qué consecuencias podría tener el régimen de excepción a largo plazo?
El régimen está ocasionando un proceso bastante complejo que en psicología se conoce como disciplinamiento social, se dio en dictaduras, en gobiernos autoritarios, en crear un miedo colectivo, un respeto a la autoridad, a la Policía, al ejército; y generar una especie de fenómeno doméstico, de domesticar a la ciudadanía y eso se logra con un período prolongado de acciones de esta naturaleza y creo que ese es el fin, que al final nadie cuestione, nadie critique, nadie se salga de de lo probable para el gobierno. Es un tema bien delicado porque implica un cambio de principios, valores, una especie de subversión social de valores de adaptabilidad a lo que dice el gobierno. Y los que no les guste, que se vayan, emigren, que es lo que han dicho ellos mismos.
El régimen está ocasionando un proceso bastante complejo de que en sociología se le conoce como disciplinamiento social, se dio en dictaduras, en gobiernos autoritarios”.
¿Cómo ve el escenario electoral con un candidato presidencial que tiene la Policía, Fuerza Armada y demás instituciones?
Da la impresión de que esto va a seguir porque está entre comillas en un buen momento político para el presidente por el tema de seguridad, que se va a reelegir, que ningún candidato le puede afectar, aunque sea una candidatura amplia de sociedad civil y partidos políticos.
Van a luchar desigualmente porque el gobierno tiene todas las capacidades comunicacionales que nos imaginamos, se van a volcar a favor del presidente y es un aparato muy grande, tiene mucho dinero, frente a partidos de posición débiles políticamente y económicamente.
Creo que van a haber cambios a nivel municipal, sí hay muchas alcaldías que han decepcionado. A nivel de de diputaciones, no tengo claro, estamos en campo haciendo una encuesta.
Todo indica que el presidente se va a reelegir, pero creería que no está tan sencillo de pronosticar esa reelección, depende mucho de candidatos, de cómo se configure esta unidad opositora, que puede crecer, hacer ruido; está el tema del voto en el exterior que tampoco está muy claro, está muy enrarecido el ambiente electoral y eso es preocupante desde el punto de vista de la confianza y transparencia. Vamos a ver cómo reaccionan los partidos de oposición, que siguen vivos. Hay mucha gente que dice que Arena y el FMLN están muertos, estadísticamente siguen vivos y se pueden reanimar en una campaña a una escala mucho menor que la que tenían anteriormente. Por otro lado, mucha gente se va a retraer por el miedo.
¿Hay capacidad de la oposición de ganarle a Bukele?
Siendo honestos, no creo. Creo que pueden alcanzar un flujo de votos interesante que le mande señal al presidente Bukele. Ganarle, así como están los datos, sin contar esta encuesta que estamos haciendo, que va a ser clave, porque es la primera encuesta (que mide intención de voto), es difícil pronosticar. Viendo las encuestas anteriores políticas, se ve una figura de Bukele muy fortalecida, siempre ha mantenido el 8 a un costo muy peculiar, pero por otro lado uno podría pensar que estas 60,000 personas que han capturado tienen familiares, estamos hablando de más de 200,000 personas. Pero, sí, el Presidente tiene mucha popularidad y tiene muchos canales de propaganda trabajando intensamente y vamos a ver cómo pinta este esta primera encuesta.
¿Cómo ve los esfuerzos de la oposición en torno a la candidatura presidencial única?
La oposición no ha resuelto sus problemas del pasado, ni Arena ni el Frente, que era lo primero que debieron haber resuelto su situación, la gente todavía lo sigue viendo desde la óptica de la corrupción y ellos no se han desenmarcado de su pasado; y creo que eso es un factor que les va a seguir pesando.
Hay dos personas de muy buena reputación como Luis Parada y Celia Medrano, son dos personas respetables, sin un pasado político marcado y con un currículum de compromisos tanto en los derechos humanos la señora Medrano como en los aspectos de militares o de minería de Luis Parada que tienen una hoja de vida muy interesante.
También hay muchas organizaciones de la sociedad civil fragmentadas que andan peleando, buscando sus parcelas y sus candidatos. Sospecho que van a aparecer otros candidatos.
Hubo un debate de si valía la pena o no participar en esta elección porque, de participar, decían algunos, está legitimando la reelección del presidente Bukele. Si no participa, correría solo, pero creería yo que el presidente Bukele tiene sus partidos satélites, tanto GANA, PCN, PDC, Fuerza Solidaria, pondrían algún candidato de adorno como para simular de que sí hay democracia.
Creo que ese es el fin, que al final nadie cuestione, nadie critique, nadie se salga de lo probable para el gobierno. Es un tema bien delicado porque implica un cambio de principios, de valores, y a los que no les guste que se vayan”.
¿Usted cree que lo ilegítimo sería la candidatura o toda la elección?
Yo veo todo el proceso muy viciado, sinceramente, todo muy contaminado, no solo la candidatura, sino todo lo que ha pasado y ha venido pasando. Yo creo que todos lo que se avanzó en institucionalidad después de los Acuerdos de Paz se ha perdido casi en una gran mayoría y creo que el nivel de control, poder y político, es tal que hay que ser muy ingenuo en creer que va a ser todo muy transparente. Los partidos de hecho ni quieren informar quiénes son sus fuentes de financiamiento, hay mucha mucha tela que cortar.
¿Para usted la oposición no debería participar?
No tengo postura. Yo lo que sí creo es que la oposición debería primero resolver sus problemas internos y no los ha resuelto, no ha pedido disculpas, no ha reconocido sus graves errores, ya van con los pies hinchados a la arena electoral. Más allá de lo que quieran hacer, no creo que tengan mayor impacto.
¿Qué implicaría para Arena y FMLN desmarcarse de su pasado?
Arena hizo algunas rupturas, se distanció de Tony Saca, por ejemplo, pero dejó muchas cosas, de procesos de corrupción, inconclusas; el Frente todavía tiene sus vasos comunicantes con Daniel Ortega, con gente que defiende a Mauricio Funes, el caso del señor (José Luis) Merino, hay muchas cosas dentro de estos dos partidos, de su pasado, de su pináculo comunista y anticomunista, desde la muerte de Monseñor Romero, desde los escuadrones de la muerte.
¿Hay mucha doble moral?
Sí, hay muchas cosas que nos han resuelto y lo primerito que deberían hacer es resolver su pasado, pedir disculpas al menos y creo que la gente los podría ver desde otro ángulo. Pero todavía siguen arrastrando su historia y con sus bemoles, sus cosas buenas, sus cosas negativas. Bukele es un producto de eso y toda la gente que está alrededor de Bukele es gente que se ha desmarcado de eso, todos los que están ahí en Nuevas Ideas, por no decir la mayoría, son de Arena o del FMLN, pero es gente que se desmarcó, cosa que ellos no hicieron.
¿No basta con poner gente joven?
No. Es un tema más más profundo. Muchos de ellos por lo menos se desmarcaron, eso ya los los limpió digamos de su historial político ideológico y ahí están y están como blindados con la gente que era de Arena Arena o gente que era del FMLN o que sus papás fueron de Arena o del FMLN, hay muchos casos, pero los partidos no lo han hecho.
El perfil
Óscar Picardo, doctor en EducaciónCargo: director del Instituto de Ciencias, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia.
Estudios: doctorado en educación, licenciado en filosofía de la Universidad de Valencia, master en educación de la Universidad de Louisville, donde se graduó con honores y maestría en sociedad de información Universitat de Catalunya.