¿Qué hizo bien Chile para tener una historia de éxito?
Yo creo que lo primero es que se terminó con la dictadura. Había un proyecto a través de una Constitución impuesta, donde estaban todas las fuerzas militares, para que se mantuviera un gobierno autoritario civil con respaldo militar; esa era la propuesta de Pinochet, después del plesbicito. Haber ganado el plesbicito creado por Pinochet para mantenerse, con todas las posibilidades de no ganar y que la oposición haya ganado creo es un dato no menos, porque significó la creación de una coalición entre los dos sectores que habían estado a punto de matarse entre el 70 y el 73 que era la Centro Democráta Cristiano y los partidos de izquierda.
Durante la dictadura ocurre una coalición que, si se hubiera producido en la época de (Salvador) Allende, no hubiera ocurrido el golpe militar y lo interesante de señalar es que las coaliciones políticas de los partidos eran no solo acuerdos entre partidos, implicaban toda la sociedad.
Se construyó una mayoría para votar a la dictadura y entre los dos, centro e izquierda fue el gran éxito: haber constituido una coalición, que pudo terminar con la dictadura no con la fórmula de la misma coalición, sino con la fórmula que la misma dictadura impuso y esa fórmula por supuesto que tenía ciertos problemas a mi juicio, bastante graves, cuya gravedad no se aquilató al comienzo, sino que fue poco a poco, dándose cuenta el país y la coalición de los precios que se había pagado. Si uno toma el conjunto de estos gobiernos, uno diría se transformaron muchas cosas del país, principalmente junto con consolidar que no hubiera regresión autoritaria. Se pasó en 15 años en un país de cinco mil dólares a quince mil dólares pér capita, se pasó de una pobreza del 50 % a una pobreza del 15 %, de tasas de desempleo del 30 %, 40 % a 4 %. Entonces, digamos que en ese sentido hubo un cambio muy importante, en que se mejoró la calidad de vida, sobre todo de los sectores populares, pero no hay que olvidarse que es una coalición que recibe un modelo económico neoliberal, que significa que el mercado predomina en todas las esferas de la vida, en la salud, en la educación, en todo aquello que es campo de derecho, predomina el mercado y no el Estado. Chile pasó un dato clave para entender el problema. Chile pasó de una educación pública, que era el 80 % a una educación pública que es hoy día, drámatico en muchos niveles y en algunos niveles, cero, pasó a una educación pública del 20 % ó 25 %.
Uno de los problemas es revertir eso. Chile pasó a ser el segundo país en distribución del ingreso igualitaria en América Latina en 1970, a ser el país a mediados de los años noventas en segundo de mayor desigualdad en distribución de ingreso.
Lo que Chile tenía era que la política expresaba a la sociedad, hoy día eso se rompió. Si Chile tenía algo valioso era precisamente la capacidad de relacionar lo político con lo social. Hubo un proceso a lo largo del siglo XX que era a la vez de incoporación de sectores, de democratización, pero al mismo tiempo de oligarquización. La dictadura terminó con el proceso de democratización social y quedó solamente la oligarquización. Lo que Chile hizo bien a través de su historia fue la construcción de una relación entre lo político y lo social, a través de instituciones, pero a través de que los partidos representaban.
¿Y la construcción de la relación entre lo político y lo social fue la receta chilena para la transición democrática y el desarrollo económico?
Yo creo que sí. Chile no es un país que se distinga por la calidad de su clase empresarial; Chile se distingue por el rol que ha tenido el Estado, pero el Estado no era pura democracia, el Estado hizo cosas muy malas en la época. Yo creo que el desafío hoy, es que Chile no dio el salto postransición hacia la superación del modelo neoliberal y la nueva constitución que lo mantenía. Aprovechó muy bien los espacios al interior de estos que se podía avanzar, pero eso tiene un límite y ese límite se vio en 2011 cuando la gente reclamó en las calles la reforma tributaria.
¿Cuáles fueron las dificultades y resistencias que enfrentó Chile en la transición democrática para lograr la fortaleza institucional que hoy tiene?
Yo creo que las dificultades tienen que ver con lo que señalaba, del modelo heredado, es decir, herencias de la dictadura están presentes en la actualidad, pero son herencias no democráticas, por ejemplo que la minoría expresada en sectores que apoyaron a Pinochet, al final, aunque sea minoría, tiene control de contenido y hay que negociar todo con ellos. ¿Qué significa ese negociar todo? El sistema consiste en lo siguiente: tú puedes cambiar lo que quieras, pero para cambiarlo yo tengo que estar de acuerdo. Si no, no se cambia.
Ese poder de veto que tiene la minoría, ese es un primer problema. Un segundo problema es que la concertación en su proyecto no puso como tema central el cambio de modelo político que había heredado la dictadura y, claro, corrigió muchas cosas, mejoró muchas cosas pero en definitiva quedó entrampado.
Usted puede intentar hacer cambios económicos, de hecho se hicieron, pero tiene un límite, porque el sistema político constitucional no le permite ir más allá y eso tiene como tema central cambiar el sistema político y eso la Constitución no lo hizo. Ricardo Lagos anunció que iba a hacer una nueva Constitución, terminó reformando la actual y consolidando algunos aspectos. Al final, Chile no tiene una Constitución legítima.
Otra cosa es que se acate la Constitución, pero eso no significa que sea legítima, ¿por qué? Porque es una Constitución impuesta, después de un plesbicito fraudulento en 1980 por un dictador.
¿Qué lecciones cree que El Salvador puede aprender de la manera en que Chile hizo su transición democrática?
Yo creo que no me atrevo a dar lecciones a nadie. Yo insisto, hay un mito de la transición ejemplar en Chile. No fue una transición ejemplar. Hubo paso de una dictadura a una democracia, sí, pero no es ejemplar una transición con un dictador como comandante en jefe del ejército. Dígame que no era posible otra cosa, pero no me diga que era ejemplar. Yo creo que lo más importante fue la construcción de una mayoría político social que no se había conocido en la historia chilena, salvo quizá en la época del Frente Popular en los años 30, pero era una sociedad muy restringida. Lo único que Chile podría ser ejemplar, que construyó una coalición social y política mayoritaria.
¿Cómo ha enfrentado Chile la corrupción?
En un primer momento, hay el mito que Chile no es un país corrupto. Que pueden haber actos de corrupción, pero Chile no es un país corrupto; cuando a la corrupción, en términos de financiamiento irregular de las campañas, malas prácticas políticas, se agregó el cohecho, se agregó la colusión de empresas para acuerdos de precios, se agregó la evasión tributaria, entonces, se generó un clima, sensación de que la corrupción estaba generalizada y eso llevó a la desconfianza. Ahora, el Gobierno creó una comisión de muy buen nivel que llamó “contra la corrupción y las malas prácticas y por la transparencia”, que abordó con mucha publicidad y, al recibir el informe con una cantidad muy amplia de propuestas para democratizar los partidos políticos, financiamiento público de los partidos, eliminar los aportes de empresa de las campañas, reforzar el trabajo del servicio electoral, obligar a los partidos a reinscribir a los militantes, todo eso es un paquete muy amplio, muchas de las cuales hoy ya son ley. Las medidas de mejoramiento de la calidad de la políltica de eliminar la influencia del dinero en la política solo van a tener enraizamiento si la política pasa a ser algo que la gente acepte, que la gente quiera como fue en otra época. En ese sentido, creo que las leyes anticorrrupción y todas las propuestas y medidas anticorrupción van a ser plenamente últiles si van acompañados por un proceso a través del cual se haga reforma. Que el ciudadano diga qué país quiere tener.

¿Cómo han procesado el juzgamiento histórico de violaciones a los derechos humanos en Chile?
El primer momento, fue en el primer Gobierno democrático. Fue el informe de reconciliación llamado informe Rettig (informe de la comisión nacional de la verdad y reconciliación) que básicamente se centró en el tema de los desaparecidos, detenidos y ejecutados. Después de eso, los procesos no avanzaron mucho. La detención de Pinochet, producto de lo que en Chile se había hecho y se había informado al juez (Baltazar) Garzón en España, significó que empezó a resquebrajar que el dictador fuera detenido y que, al final, desgraciadamente, muere sin haber sido condenado, pero estaba siendo procesado, los militares dieron información no completa.
Después, viene la “comisión valech” (Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura) que está para todos los casos que no son muerte y desaparición, sino detención y tortura, además había comisión para los exiliados y compensación para ello y, por último, la presidenta (Michelle) Bachelet crea el Instituto de los Derechos Humanos y el Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos.
En materia de justicia, todavía estamos muy débiles, sobre todo porque la información que tienen los militares no la han entregado, refugiándose en la idea de que todo eso desapareció. Poco a poco, ha habido militares valientes que participaron en violaciones de derechos humanos que han contado lo que pasó y eso es lo que ha permitido abrir casos, entonces uno dice: todavía falta avanzar más en justicia.
La otra cosa que falta es que la original violación de derechos humanos, la fundante de todas, es el bombardeo de La Moneda, todo el resto, es consecuencia, eso no ha sido declarado ni por la Corte Suprema, ni por la Legislatura, como un acto ilícito, no va a haber reconciliación mientras el país esté dividido. Tiene que haber un acto oficial, por el cual se diga, esto no debió pasar, como lo han hecho todos los países que sufrieron una experiencia. Mientras eso no se haga, Chile va a seguir siendo un país herido.
¿Cuáles son las dificultades que enfrenta Chile en estos momentos?
La principal dificultad es el obstáculo que presentan los sectores de derecha, herederos de la dictadura militar y algunos sectores de Gobierno, para entender que el programa de Michelle Bachelet no era un programa de reformas parciales, sino que era un proyecto de generar una sociedad democrática que la transición no generó. Eso puede empezar a resolverse sobre la base de este proceso constitucional.
Perfil
Manuel Antonio Garretón
Politólogo chileno. Licenciado en Sociología en la Universidad Católica de Santiago y Doctorado de l’Ecole des Hautes en Sciences Sociales, en París. Autor de 60 libros entre autoría y coautoría como “El proceso político chileno”. Premio nacional de Humanidades y Ciencias Sociales.