La voracidad de chinos y vietnamitas por degustar animales salvajes y las creencias de la medicina tradicional amenazan la supervivencia del pangolín, un pequeño animal de aspecto prehistórico con forma de oso hormiguero y piel de caimán que vive en las selvas de Asia y África.
Considerado el único mamífero recubierto de escamas, este devorador de hormigas y termitas (engulle hasta 200.000 insectos al día) es el animal que más sufre el tráfico ilegal en el planeta, con más de 100.000 ejemplares capturados cada año.
Según la organización vietnamita Save Vietnam Wildlife, la única del país que rescata pangolines en cautividad y los reintroduce con éxito en la selva, Vietnam es uno de los lugares donde más rápido desciende su población.
"El pangolín es el animal más traficado del mundo, con una estimación de 100,000 ejemplares capturados cada año en África y Asia, uno cada cinco minutos", explica a Efe Gillian Fuller, responsable de comunicación de Save Vietnam Wildlife.
"No sabemos exactamente cuántos ejemplares quedan, pero son una especie muy rara y están incluso extinguidos por completo en algunos lugares del país debido al tráfico ilegal. Entre 2005 y 2013 se confiscaron 2.165 pangolines a traficantes en Vietnam", añade.
Los datos oficiales son solo la punta del iceberg, y pese a las restricciones legales que desde 2006 prohíben el comercio de estos mamíferos, es relativamente sencillo encontrarlo en el menú de algunos restaurantes en las principales ciudades vietnamitas.
En el Pho 79, un céntrico restaurante de Ho Chi Minh (antigua Saigón) especializado en animales salvajes, el camarero recibe al comensal con el menú oficial, que incluye especialidades como el jabalí, la serpiente o el cocodrilo.
Cuando ve que no se decide, menciona que también ofrecen platos especiales fuera de carta, como el puercoespín o el pangolín (llamado "dede" en vietnamita).
Ante la curiosidad del cliente, le muestra fotos del extraño mamífero en su teléfono móvil y le indica que tienen ejemplares vivos en la parte trasera del local, pero solo se pueden ver una vez pagados.
El precio, disuasorio para un vietnamita medio (entre 180 y 200 dólares por kilo, unos 400 o 500 dólares por un ejemplar), no echa atrás a empresarios que intentar impresionar a nuevos clientes o a personas adineradas que quieren darse un homenaje.
"Muchos hombres de negocios lo piden. Le quitamos las escamas y lo servimos hervido, es una carne muy tierna", apunta el camarero.
Además de sus supuestas virtudes culinarias, muchos lo consumen por sus supuestas cualidades afrodisiacas, como ocurre con otros animales salvajes.
Las escamas no se comen, pero están muy cotizadas en la medicina tradicional, ya que se usan para fabricar supuestos remedios contra dolencias como el cáncer y enfermedades hepáticas.
Sin embargo, la prohibición sí parece funcionar mejor en este ámbito: en el barrio de las boticas tradicionales de Ho Chi Minh los vendedores miran recelosos a quien pregunta por remedios fabricados con escamas de pangolín y se apresuran en decir que no los venden.
Solo una comerciante se anima a mostrar un pequeño bote con escamas secas que dice conservar como recuerdo.
"Ya no es como antes. A veces vienen periodistas o policías camuflados y la gente se ha asustado. Algunos lo pueden conseguir, pero solo para clientes de confianza", revela.
Según los datos de Save Vietnam Wildlife, las escamas de pangolín se venden a precios de entre 600 y 1000 dólares por kilo.
Como ocurre con la protección de otros animales amenazados por los furtivos y las creencias de la medicina china tradicional, como el oso o el cuerno de rinoceronte, el cambio de mentalidad en la población se vislumbra como la única forma de lograr un éxito a largo plazo.
"Hemos hecho campañas y talleres informativos para cambiar el comportamiento y los resultados son cada vez mejores", afirma Fuller.