Casi la mitad de los jugadores de Monopolio dicen hacer trampa, y ahora Hasbro, fabricante del mítico juego, les dará luz verde en una nueva versión en la que podrán saltarse una casilla o robar dinero, aunque deberán esperar ser castigados si son aprehendidos.

El principio del juego, inalterable desde su comercialización en 1935, es convertirse en el participante más rico comprando propiedades para construir hoteles y cobrar la renta.

Un estudio reciente "reveló que casi la mitad de los jugadores intentaban hacer trampa durante una partida de Monopolio, por lo que en 2018 Hasbro decidió que era tiempo de dar a los aficionados lo que estaban esperando desde hace tiempo", explicó el fabricante en un comunicado.

El "Monopolio de tramposos" agrega 15 tarjetas que representan las artimañas más comunes intentadas por los jugadores: saltar una casilla, cambiar un hotel de lugar o robarse unos cuantos billetes.

Si la trampa no es descubierta antes del fin del turno, el "tramposo" gana un hotel o dinero. Pero si es atrapado in fraganti, irá directamente a prisión, donde lo esperan esposas de plástico pegadas al tablero.

En otra novedad, no hay más un banquero designado. Cada jugador es responsable del dinero durante su turno, "lo que facilita" las trampas, según Hasbro.

El juego estará disponible a partir del otoño boreal.

Pero no todos le encuentran algo lúdico.

"El Monopolio es un juego horrible, ahora este de 'tramposos' será extraordinariamente horrible", dijo el viernes a AFP Edward Castronova, profesor de la universidad de Indiana, especialista en medios y juegos.

"La mayoría de las partidas congregan a un jugador experimentado que arrastra a jugar a jugadores inexperimentados, que pierden", afirmó.

En un sentido más amplio el juego es, según Castronova, "una simulación completamente falsa de las economías reales. Si su modelo fuese exacto, no habría más que una sola compañía en el mundo, en vez de millones de millones".

El popular juego comenzó a venderse en 1935 y rápidamente se convertiría en un fenómeno cultural. Hoy en día es distribuido en 114 países y se han vendido más de 275 millones de ejemplares en el mundo.