La remera olímpica tiene dos participaciones en Juegos Olímpicos y una medalla de bronce en los Juegos Panamericanos Río 2007


Nunca es tarde para triunfar. Ana Camila Vargas, de madre salvadoreña y padre venezolano se decantó por la cultura cuscatleca tras nacer en Falcón, Venezuela, pero su llegada al país en 2004 le permitió descubrir sus virtudes en uno de los deportes de agua: el remo. Tenía 18 años, pero cuatro años después disputó sus primero Juegos Olímpicos Beijing 2008 y repitió en Londres 2012.

“Yo empecé a remar cuando iba a El Salvador y visitaba a mi familia, los Palomo. A los 14 años, un verano, mi tío me invitó a remar para que hiciera algo. Me gustó, me pareció curioso. Ya con 18, cuando vine a vivir al país, empecé a practicarlo. No tuvo que hacer mucho para convencerme… Al principio remamos en el gimnasio, y el fin de semana al lago. Éramos remeros de tierra, algo que no gusta mucho, pero no tienes opción. Después le encuentras la pasión”, afirmó la remera olímpica al programa “Team ESA”.

“En los Juegos Olímpicos de Londres disfruté mucho, dimos la mejor versión de nosotros. No me lo creía que iba a unos Juegos Olímpicos. Y ojo, que me clasifiqué”, añadió sobre sus participaciones en las citas olímpicas.

También se adjudicó una medalla en los Juegos Panamericanos Rio 2007 y participó en Guadalajara 2011. “Río lo disfruté muchísimo. Remar ahí era como un sueño, por el lugar donde se hacían las competencias. Gané una medalla de bronce. Disfruté tanto que no sé de dónde salieron las energías, solo llevaba dos años remando y ya era medallista panamericana. A Guadalajara iba con más experiencia, pero no me fue tan bien, quizás fue la presión, pero el nivel había subido mucho. Uno aprende que no siempre se puede ganar”.

Sus logros le permitieron tener la oportunidad de llegar a España donde se ha instalado en Sevilla desde entonces, para continuar sus estudios en la carrera de Arquitectura. “Pude haber elegido una carrera más fácil, pero escogí arquitectura. De Venezuela nos fuimos a El Salvador, empecé a remar y quizás pensando que con una beca deportiva podía estudiar en otro país. Un año después se me dio la oportunidad de ir a España. Incluso se me abrieron las puertas para ir a estudiar a EEUU, pero al final no se dio. Mientras me preparaba para Beijing, estudié en la Matías Delgado, aquí, porque me permitía estudiar y trabajar. Hasta que surgió la posibilidad de seguir los estudios en Sevilla y ya me gradué”.

Vargas eligió Sevilla para poder practicar el remo. “Yo decido Sevilla por el río. Se puede remar todo el año. Es un río que no tiene corriente”, también mencionó quienes la ayudaron para llegar a España y seguir con sus estudios universitarios. “Se hizo mucho esfuerzo, pero no lo sentí porque lo disfruté. Me enriqueció culturalmente viajar por todas partes. Uno de las personas que más contribuyó fue el entrenador Osvaldo Borchi, un apasionado, él estaba en Sevilla y me llevó allí. También fueron clave Hernán Leguizamón y Yuri Calderón”.

Ahora, la remera salvadoreña-venezolana es graduada de Arquitectura, es casada con un español llamado Francisco y tienen un hijo, Felipe, de dos años y medio. Vargas también es entrendora del Club Naútico de Sevilla. “Aquí me encargo de la escuela de remo, de la parte de la iniciación, y empiezan a remar a los 8 años. ¡Yo a los 18 años! Por eso dicen que empecé vieja”, expresó.