Se trata de la cuarta suspensión en la historia de la competición, cuya primera edición tuvo lugar en Atenas en 1896, y de la primera a causa de una enfermedad que ha adoptado el rango de pandemia por su expansión global.
La primera vez que los Juegos Olímpicos debieron suspenderse fue en 1916, cuya sede iba a ser Berlín, a causa de la Primera Guerra Mundial. Desde Estocolmo 1912, pasaron 8 años para que se retomara la competencia, en Amberes, Bélgica.
Fue a causa de la Segunda Guerra Mundial que se suspenderían años más tarde dos ediciones consecutivas. La de 1940, que iba a disputarse en Helsinki, Finlandia; y la de 1944, que iba a tener a Londres como sede.
Desde aquellos Juegos de Berlín 1936, en que el nazismo hizo propaganda mundial de la que llamaban “supremacía de la raza aria” no volvió a haber competición hasta 1948, donde finalmente Londres pudo ser sede.
Así como los de Tokio son los primeros Juegos que se suspenden por causas ajenas a la guerra, serán también los únicos que finalmente terminarán disputándose, ya que se pasaron para 2021.
Habrá que esperar para saber si esto modificará el ciclo olímpico, lo que parece difícil, o si, lo más probable, se acorte por esta excepción a tres años la distancia entre los Juegos de Tokio y los de París.
Impacto económico
A finales de 2019, los organizadores habían estimado que el coste total de la organización de los Juegos de Tokio (24 julio-9 agosto) debía elevarse a más de 12.400 millones de dólares por parte de los japoneses.
Sin embargo, la implicación financiera del gobierno central sería en realidad diez veces mayor, según la Comisión de Verificación de Cuentas de Japón, que opta por tener en cuenta todos los gastos desde que la sede de los Juegos fue atribuida a Tokio en 2013.
Con la pandemia del nuevo coronavirus este año, Japón se encuentra a la vez privado de turistas de Corea del Sur y de la China continental, que representaron nada más entre ellos dos la mitad de los 31,9 millones de visitantes extranjeros en el país en 2019.
En febrero, el número de visitantes extranjeros en Japón cayó un 58,3% respecto al año anterior, lastrado por un 87,9% de caída de los procedentes de China, según los últimos datos de la Oficina Nacional de Turismo de Japón (JNTO).