"Si alguien llama en medio del esprint final, ya le telefonearé yo unos minutos más tarde", sonríe Espen, un 'community manager' apasionado por el deporte: en Noruega, la jornada laboral pasa en ocasiones a un segundo plano cuando coincide con los Juegos Olímpicos de Invierno, como ocurre con la cita de Pyeongchang-2018.

Los noruegos, que bromean con que han nacido con unos esquíes en los pies, viven cada cuatro años una auténtica fiebre deportiva cuando llega la cita olímpica, que en otros países pasa casi inadvertida pero que en este punto del norte de Europa es de máxima importancia. Los jefes son conscientes de que sus trabajadores no pueden evitar echar un ojo a las pantallas de televisión o del teléfono móvil, para seguir los resultados.

En Kahoot, una empresa de Oslo especializada en aplicaciones pedagógicas y lúdicas, se ha instalado una pantalla que emite las actuaciones de la delegación vikinga a miles de kilómetros de allí, en Pyeongchang (Corea del Sur).

Dos miembros noruegos de esta empresa, con una composición que parece casi tan internacional como los propios Juegos Olímpicos, siguen desde el sofá la prueba de combinada nórdica.

La diferencia horaria entre Corea del Sur y Noruega hace que las competiciones sean en la madrugada y la mañana europea.

"Los Juegos Olímpicos caen por la mañana, así que hacemos pequeñas pausas", cuenta Espen Thoresen. "A las 14h00 ya ha acabado, nos ponemos de nuevo y conseguimos sacar adelante mucho trabajo, después de haber seguido los Juegos", explica.

Su caso no es una excepción. Casi un cuarto de los noruegos han previsto seguir algún momento de los Juegos Olímpicos en sus puestos de trabajo, según una encuesta realizada al principio del evento por Norstat.

- Cuestión de prioridades -
Entre los hombres, un 12% dicen incluso estar dispuestos a desafiar una prohibición de su jefe, aunque muchos responsables de las empresas son comprensivos.

"Sigue habiendo tradición en Noruega de reunir a los niños y seguir las pruebas más emocionantes de los Juegos de Invierno, incluso durante las horas escolares", apunta el confundador de Kahoot, Asmund Furuseth.

"Así que cuando comenzamos a trabajar, parece normal que te autoricen a seguir los Juegos Olímpicos en el trabajo. Los noruegos son lo bastante inteligentes como para organizar ellos mismos las prioridades a lo largo de su jornada", estima.

Para Vegard Einan, vicepresidente del sindicato Parat, Noruega vive "una especie de Estado de Urgencia" durante los Juegos de Invierno.

"Seguir la llegada de un relevo, una carrera de patinaje, de saltos de esquí o el descenso, sin responder al teléfono, es algo que generalmente se acepta", explica.

Pero subraya que los resultados laborales no se resienten: "Esto aporta felicidad y ya se sabe que la alegría en el trabajo aumenta la productividad".

A esto ayuda que los jefes comparten a menudo la misma pasión que sus empleados.

"Mi experiencia es que las empresas encuentran buenas soluciones y consiguen combiar el deseo de seguir las pruebas deportivas con el mantenimiento de la producción", subraya Nina Melsom, responsable de la organización patronal NHO.

- El robo de "El Grito" -
En 2014, el entonces alcalde de Oslo, Fabian Stang, se ganó titulares de portada al estimar que los 55.000 empleados municipales deberían abstenerse de ver los Juegos de Sochi-2014 durante su jornada laboral. Tuvo luego que moderar esta medida ante el revuelo generado.

Veinte años antes, Noruega era anfitriona de los Juegos Olímpicos, en Lillehammer en 1994 y un ladrón aprovechó para robar un tesoro nacional, el cuadro "El Grito" de Munch, de un museo de Oslo, apenas unas horas antes de la ceremonia de apertura.

"Los Juegos Olímpicos pueden significar un poco menos de eficacia (en el trabajo) a corto plazo", declaraba la pasada semana la primera ministra Erna Solberg. "Pero si tenemos buenos resultados, la gente está contenta y ese entusiasmo contribuye a aumentar la eficacia", subrayó a la cadena TV Norge.

Los resultados de Noruega en Pyeongchang son excelentes: el país, de 5,3 millones de habitantes, domina el medallero, como delegación con más oros (13, por 12 de Alemania) y como el que tiene además más metales hasta el momento (33).