Los Golden State Warriors, con nueve triples de Stephen Curry, derrotaron ayer 122-103 a los Cleveland Cavaliers en el Oracle Arena, en Oakland, y pusieron el 2-0 en la final de la NBA.
Curry, con 9 de 17 desde esa distancia, le arrebató a Ray Allen el récord de triples en un solo partido en la historia de las finales y acabó con 33 puntos para neutralizar los 29 tantos, 13 asistencias y 9 rebotes de LeBron James, que coqueteó con el triple-doble luego de sellar 51, ocho y ocho en el primer juego.
Kevin Durant y Klay Thompson lo acompañaron con 26 y 20 respectivamente.
El esfuerzo del 'Rey', que sucedió a Michael Jordan en 1993 como los únicos jugadores en los últimos 25 años en superar los 50 tantos en la última instancia de la competición, no sirvió para arañar ninguna victoria del Oracle Arena, que vivió un segundo triunfo consecutivo de los suyos.
Cleveland venía de perder 114-124 en la prórroga luego de una última acción que pasó a la historia, cuando J.R. Smith capturó un rebote ofensivo con el marcador igualado en los compases finales y, en vez de lanzar a canasta, retrocedió hasta la mitad de la pista, agotando el tiempo.
Tras ese fallo, los Cavs fueron vapuleados en el tiempo extra. Ayer, las miradas estaban puestas en el comienzo de la contienda, en el estado anímico de los visitantes y del propio Smith.
Dos volcadas iniciales del pívot Javale McGee y un arranque de 15-6 para los locales no hacían presagiar nada bueno para ellos.
Sin Andre Iguodala por lesión y con Thompson entre algodones tras sufrir un esguince en el tobillo izquierdo en el primer partido, los de casa tenían la oportunidad de dar un golpe sobre la mesa y viajar a Cleveland con una renta de dos victorias. Y la aprovecharon.
- Acierto estratosférico -
Lo hicieron porque cuando Durant, Curry y Klay brillan, el rival no puede más que echarse a temblar.
Así, los locales arrancaron con 10 de sus primeros 11 lanzamientos anotados, con 22 de sus primeros 30 puntos en la pintura y con un acierto del 65,2% en el primer cuarto.
Cleveland no podía frenar los ataques locales y se veía desbordado una y otra vez, aunque LeBron lo mantenía en el encuentro con 10 tantos, cinco pases decisivos y cuatro capturas.
Poco a poco, Curry fue ampliando su rango de tiro, selló varios triples lejanos solo a su alcance, Klay lo acompañó y Durant sepultó los ánimos rivales con varias canastas de media distancia para llegar al descanso 13 arriba (59-46).
- El factor McGee -
La ofensiva de los Warriors levantaba al público por su juego coral, con 18 asistencias en las 25 canastas anotadas y un acierto del 59,5%.
La mejor versión de Golden State emergía de nuevo. Esa que ha llevado a los de la Bahía de San Francisco a ganar dos de los últimos tres anillos y a disputar las últimas cuatro finales ante los Cavs. Esa en la que Curry se ríe y dibuja una sonrisa en los espectadores de todo el mundo.
Todos contaban con una buena actuación de los All-Stars de los locales. Nadie podía presagiar que McGee fuera un factor diferencial. El pívot, actor secundario durante toda la temporada, dejó su impronta saliendo de inicio y siendo una pesadilla con 12 puntos en apenas 17 minutos.
Pero los Cavs no se rindieron. Arrancaron con un parcial de 7-0, se acercaron a seis y entraron en el último cuarto 80-90, con la esperanza de dar la vuelta al choque.
Sin embargo, ésta se esfumó deprisa. Apenas unos segundos. Lo que tardó Curry en enterrarlas con varias acciones de sello patentado, con triples que la mayoría solo pueden imaginar, con un 3+1 incluido.
Ahora, los Cavaliers regresan el miércoles a casa, donde deben revertir la tendencia si quieren tener opciones de alargar la serie. De otra forma, los Warriors, sin piedad, acariciarán el anillo y podrán empezar a mirar a los ojos a las mejores escuadras de todos los tiempos.