El poder del surf en El Salvador crece sin medida. Después del Surf City 2019 y a las puertas del Mundial de Surf que entregará boletos a los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, muchos atletas miran con ilusión cómo el país destaca y se convierte en vitrina mundial.
Eso lo sabe muy bien la surfista Vanessa Cortez, de 22 años, quien sueña con participar en el mundial que se realizará en el país en 2021 y quiere demostrar a sus “hijos que con el surf pueden llegar lejos”.
Cortez posee un corazón guerrero, forjado por la exigencia de la vida en la playa Santa María Mizata en el Departamento de la Libertad, donde ha tenido que lidiar con los roles de cocinera, guía turística, madre y seleccionada de la Federación Salvadoreña de Surf (Fesasurf ).
Su amor por las olas nació a los seis años cuando “nos venimos a vivir a la orilla del mar, yo veía a los extranjeros surfear y así fue como me enamoré del surf, mi madre me decía que el mar era peligroso, yo siempre me iba al mar”.
Y narra que su primera tabla de surf fue un “pedazo de tabla que nos regaló un gringo, yo agarré la punta y mi hermano la cola”.
"Luego, un amigo gringo que viene ayudar a Mizata y obsequia cuadernos, lápices y otras cosas, fue el que me dio la tabla, para mí una gran alegría por tener una tabla… yo estaba muy feliz”, agregó Cortez.
Desde entonces ha trabajado duro por mejorar sus técnicas y eso la llevó a ser la salvadoreña con más puntos en el circuito Alas de Surf, ganando así la clasificación a los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y ahora sueña con una clasificación unos juegos olímpicos.
Esta experiencia y forma de crecimiento es la que desea heredar a sus hijos Alexis Ezequiel, de siete años, y Estefany Iliana, de cuatro.