La demanda global de petróleo tardará dos años en recuperar su nivel anterior a la pandemia de coronavirus, pero después la superará con amplitud salvo que se tomen medidas en aras de la protección climática, estimó un informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE).
"Nuestro escenario, basado en las políticas actuales", señaló Fatih Birol, director de la AIE, es que "en tanto los gobiernos no tomen medidas audaces para frenar la demanda, no veremos un 'tope'".
No obstante, "medidas más fuertes y cambios de comportamiento podrían hacer que se concrete", subraya la AIE en su informe 'Oil 2021', cuyas proyecciones llegan hasta 2026.
En el contexto actual, la demanda aumentará, alcanzando los 104 millones de barriles diarios (mbd) para 2026, o sea, un 4 % más que en 2019.
Asia representará el 90 % de este aumento. En tanto, es poco probable que el consumo de los 37 países desarrollados que integran la OCDE vuelva a sus niveles anteriores a 2020, de acuerdo a la AIE.
Demanda de gasolina en su tope.
La industria petroquímica seguirá estimulando el apetito por el oro negro. En cambio, la demanda de gasolina podría haber alcanzado su tope debido al aumento de eficacia y la transición hacia los vehículos eléctricos, que compensarán el crecimiento del transporte en países en desarrollo.
El consumo de combustible aeronáutico, el más afectado el año pasado, volvería gradualmente a su nivel anterior a la crisis de covid-19.
Pero una menor demanda de pasajes podría ser permanente debido a la generalización de videoconferencias, restricciones presupuestarias de las empresas y la reticencia de los viajeros, subraya el informe.
"La crisis de covid-19 provocó una disminución histórica de la demanda mundial de petróleo, aunque no necesariamente duradera", resume Birol.
Concretar una transición organizada, alejándose del petróleo, es por completo esencial para lograr los objetivos climáticos, pero esto requiere cambios muy importantes en las políticas y en el comportamiento. Sin ello, la demanda global de petróleo aumentará año tras año desde ahora hasta 2026", añade.
Fatih Birol
Director de la AIE
"Medidas significativas, tomadas de inmediato", consistirían en "mejorar los estándares de eficacia energética, apoyar las ventas de vehículos eléctricos (apenas el 3% del total en la actualidad), reducir el uso de petróleo en el sector eléctrico, eliminar los subsidios" a esta energía.
Estas acciones, combinadas con más teletrabajo, un mayor reciclaje, menos plásticos de uso único y menos viajes profesionales, podrían hacer reducir la demanda en 5,6 mbd para 2026, "lo que significa que nunca se volvería a niveles prepandémicos", subraya la AIE.
"El comportamiento individual podría tener un importante impacto", explica Toril Bosoni, director de mercados petroleros de la AIE: por ejemplo, la generalización del teletrabajo a dos o tres días por semana en vez de uno, y esto solamente en los países desarrollados, equivaldría 2 mbd menos.
Dilema.
Estas incertidumbres, en cualquier caso, sumen a los productores en un gran dilema: ¿deberíamos invertir antes el riesgo de crear un exceso de capacidad mañana? Las inversiones, reducidas en un tercio durante 2020 en comparación a las previsiones de comienzos de año difícilmente cederán en 2021. ¿Pero, después?
La diferencia entre la demanda creciente y la floja inversión podría generar cierta volatilidad en el mercado, que los "stocks" acumulados en 2020 podrían regular de inmediato.
Oriente Medio, en particular Arabia Saudita, absorbería lo esencial del crecimiento de la futura demanda, de acuerdo a la AIE. Un cambio espectacular con respecto a los últimos años, que han estado marcados por el auge de la producción estadounidense.
Para el sector es el momento de reconsiderar su espacio, subraya la agencia: cada uno de los operadores puede tener un rol en la transición energética, reduciendo sus emisiones, pero también con el desarrollo de la energía eólica en el mar, y de las técnicas de captura de carbono.