A pesar de contar con una legislación vigente para impulsar la creación de asocios público-privados (APP), El Salvador aún no ha logrado dar el paso para mejorar su infraestructura a través de esta figura, afectando directamente la competitividad económica, señalaron ayer expertos de la firma global EY.

Citando el Índice de Competitividad Global (ICG) 2018, del Foro Económico Mundial (FEM), EY indicó que los países de Centroamérica y República Dominicana están entre las peores infraestructuras del planeta.

De 137 países evaluados, El Salvador se ubica en la posición 109, el último en toda la región y también tiene las peores puntuaciones en calidad de las instituciones (133), salud y educación primaria (100), eficiencia del mercado laboral (125) e innovación (130).

El más competitivo de la región es Costa Rica, en la posición 47, y le sigue Panamá, en el puesto 50. Luego se encuentran Guatemala, en el lugar 84, Nicaragua en el 93 y Honduras, con la posición 96.

Para escalar en el ICG, Gustavo Ortiz, director de Infraestructura de EY Centroamérica y República Dominicana, recomendó a El Salvador apoyarse en los APP. Estos son contratos de largo plazo entre un inversionista privado y el Estado para ejecutar una obra pública.

Ortiz aseguró a Diario El Mundo que una de las ventajas de los APP radica en que el “privado provee los recursos para desarrollar el proyecto total o parcialmente y esto hace que el Estado no tenga que proveer todos los recursos, si no que comparte esa responsabilidad”.

 

Retos de APP

No obstante, agregó, tanto El Salvador como el resto de países de la región enfrentan cinco grandes retos para lograr el desarrollo de APP: incrementar la inversión, utilizarla de forma eficaz, mejorar sus gestiones, capacidad de ejecución y aprender a compartir responsabilidades entre el sector público y privado.

El año pasado, aseguró, “El Salvador invirtió un 1.83 % del Producto Interno Bruto (PIB), cuando se recomienda que los países de la región tienen que invertir entre un 4 y un 8 % para alcanzar un nivel de infraestructura avanzado”.

“El país debería estar invirtiendo dos o tres veces los recursos que hoy invierte en infraestructura”, añadió, y explicó que además de los recursos limitados, la inversión es manejada de forma poco eficaz, obstaculizando la creación de más y mejores proyectos, así como dar mantenimiento a la infraestructura existente.

Luis Artavia, socio director de Transacciones de EY, agregó que “la inversión en infraestructura no solo conlleva importantes ahorros en gasto de combustible, contaminación y tiempo de la ciudadanía, sino que también produce un importante efecto en el crecimiento económico a largo plazo”.

En cuanto a la ejecución, la firma destaca que contratar consultores que se encarguen de preparar proyectos, puede lograr que estos se realicen en menores tiempos y mejores resultados.

Para Ortiz, “es importante tener en cuenta que los estudios de factibilidad no se pueden aligerar porque, al final, el inversionista privado y el banco que va a financiar, se fijarán en que el encargado de hacer el estudio sea alguien de confianza”, afirmó.

“Si no se hacen siguiendo buenas prácticas van a pasar dos cosas: o no llegarán inversionistas, o los inversionistas interesados no serán de la mejor calidad de la que hay en el mercado”, explicó.



Así debería hacerse un app

 

Necesidades

Para la firma global EY, satisfacer las necesidades y expectativas de la ciudadanía es el primer paso. Conocer sus características es clave, porque ellos son quienes deciden la demanda del proyecto.

 



Eficiencia

Es necesario además alcanzar los requerimientos técnicos mínimos para garantizar que estas necesidades se cubran de forma eficaz, teniendo en cuenta el presupuesto del proyecto a ejecutar.

 

 

Viabilidad

Debe ser viable desde el punto de vista comercial: los riesgos del proyecto y su rentabilidad deben ser atractivos para el inversionista. El riesgo debe quedar en la parte que puede administrarlo al menor costo.

 

 

Bancabilidad

El financiamiento del proyecto tiene que estar de acuerdo con la distribución de riesgos y las condiciones del proyecto. El financiamiento se basa en gran parte en los estudios de factibilidad.