Para el presidente del BID, Mauricio Claver-Carone, estas metas son esenciales para ayudar a superar la crisis causada por el covid-19, que provocó una contracción de 7 % del Producto Interno Bruto (PIB) regional en 2020, más de tres puntos porcentuales por encima del promedio mundial.
“Puedo decir con seguridad que no vamos a tener una década perdida en términos macroeconómicos. El PIB se está recuperando”, declaró a la AFP.
“¿Pero vamos a tener una década de oportunidades perdidas?”, se preguntó.
El gran desafío es cerrar las “enormes brechas socioeconómicas” que hacen de Latinoamérica y el Caribe la región más desigual del planeta, sostuvo.
Para poder apoyar un crecimiento “sostenible e incluyente”, el titular del BID aboga por un nuevo incremento del capital del banco, el décimo desde que se fundó en 1959.
Estados Unidos, que con 30 % de las acciones es el principal accionista del BID, “tiene una oportunidad única de fortalecer esta institución”, aseguró Claver-Carone.
El primer presidente no latinoamericano del BID se congratuló por un proyecto de ley que avanza en el Congreso estadounidense con respaldo bipartidista, que autoriza hasta 80,000 millones de dólares para capitalizar al prestamista regional.
Puedo decir con seguridad que no vamos a tener una década perdida en términos macroeconómicos. El PIB se está recuperando”. Mauricio Claver-Carone, presidente del BID
Litio y call centers.
La capitalización del BID, que Claver-Carone comparó meses atrás con “un Plan Marshall para la región”, en alusión al programa estadounidense para reconstruir Europa después de la Segunda Guerra Mundial, permitiría además a Estados Unidos ganar terreno frente a China, devenido en los últimos años en el primer socio comercial de casi todos los países sudamericanos.
Para el presidente del BID, durante los últimos 20 a 30 años, Latinoamérica y el Caribe perdieron grandes oportunidades de desarrollo porque el mundo se volcó a China. Pero los problemas de abastecimiento que trajo la pandemia abren una oportunidad histórica para revertir esa situación.
“Dos tercios del litio del mundo está en Sudamérica. China compra litio para fabricar baterías que luego vende a Estados Unidos. ¿Por qué no exportar directamente el litio de Sudamérica a México, hacer las baterías en México y luego enviarlas a Estados Unidos?”, señaló.
Esto reduciría no sólo los precios, sino también las emisiones nocivas para el medio ambiente. Y crearía muchos puestos de trabajo en la región, argumentó.
El BID aprobó este año $2,300 millones para fortalecer las cadenas de suministro regionales. Y trabajó con 16 países para identificar las ventajas del ‘nearshoring’, entre otros en el sector de semiconductores y en el textil.