El aire viajando por montañas acompañaba el ruido de los grillos y las aves. El resto era silencio, hasta que señaló y dijo “en esas piedras se sientan los muchachos, armados, para ver quienes pasan”.
Esas piedras están en medio de los caminos de los cafetales en Huizúcar, La Libertad. Y este relato corresponde a un caporal que llamaremos Cayetano, nombre ficticio para proteger su seguridad.
Cayetano siempre se acompaña de un corvo y perros aguacateros, quienes son sus fieles cuidadores. Los animales no son fáciles de ganarse la confianza y rodean al caporal cuando sienten la presencia de alguien desconocido.
Él explica que los perros se acostumbraron a “ser bravos” porque “los muchachos” ya les han disparado. A uno le cruzó el balazo el cuello, y a otra le hirió la pierna, pero “yo los cuido y ellos a mí”, dice.
Cayetano ha dedicado 10 de sus 78 años para cuidar una finca en Huizúcar, que conoció desde que era pequeño. Planea irse de la zona al finalizar la corta 2020-2021 porque siente que su vida y la de su familia, que incluye una pequeña de siete años, corre peligro.
En agosto del año pasado, en plena pandemia, un grupo de muchachos se metió a su casa y con punta de fusiles le robó la comida, un aparato de sonido que “ni ponía porque tenía miedo que me lo robaran al oír el ruido”. Se llevaron hasta los zapatos. Ahora Cayetano anda en sandalias tipo Crocs y no quiere comprar nuevos porque tiene miedo que se los vuelvan a quitar.
Trabajar o pagar la cuota.
Los productores de café se han quejado por años de la inseguridad en las fincas. Las pandillas que operan en las zonas productivas no dejan ingresar a cortadores que no sean de la localidad o cobran “una cuota” a los dueños para permitirles trabajar en sus propias tierras.
Cayetano asegura que solo busca gente de la zona para no tener problemas y, aún así, le costó encontrar cortadores para este año.
Cara la mano de obra y barato el producto, mejor no se trabaja. El café es bondadoso, pero ya dije, el próximo año no habrá cosecha”.
Productor de café
Huizúcar
“Esa situación la tenemos en varias zonas”, confirmó Omar Flores, presidente de la Asociación Cafetalera de El Salvador (Acafesal), quien asegura que incluso las pandillas les piden a los productores que los incluyan en sus planillas.
Al oriente del país, Joaquín Ortiz Ginjaume, presidente de la Acafesal en Usulután, coincide en la forma de operar de las pandillas en las fincas, sin embargo, cree que desde hace dos años el jefe de la Policía departamental “está haciendo un trabajo bastante aceptado” y se han reducido el cobro de extorsión.
Una finca en escombros.
La finca para la que trabaja Cayetado dejó atrás sus mejores años. El caporal recuerda que cuando era pequeño la corta de café era la principal actividad económica de la localidad y todos los días salían y entraban vehículos con sacos de café.
De esos años quedan los escombros de las bodegas y la maquinaria que utilizaban. A lo largo de 125 manzanas, asegura el productor, se pueden encontrar plantas con más de 50 años de antigüedad.
Cuando se hizo cargo de la finca, en 2011, la producción “estaba buena” en hasta 900 quintales de oro. “De ahí para acá comenzó a bajar” y para el ciclo 2018-2019 apenas sacaron 34 quintales, mientras que la perspectiva para el período 2020-2021 es que supere los 100 quintales.
No es porque se haya trabajado la finca sino porque “la planta de café es bondadosa”. Desde hace dos años no se fertiliza ni se riega fungicidas, y para 2020 apenas se cortó parte de la maleza.
La falta de mantenimiento les pasa factura porque el 50 % de la finca tiene roya, donde hay cafetos que, para el productor, la única solución es cortarlos y sembrar nuevos.
La presencia del hongo de la roya aumentó en las fincas salvadoreñas desde el paso de la tormenta Amanda en junio de 2020. A pesar que el Consejo Salvadoreño del Café (CSC) entregó insumos para controlar la enfermedad, la Acafesal estima que un 50 % de los productores no pudo retirarlos porque se encontraba en confinamiento o lejos de los puntos de distribución.
Cuando la humedad de los suelos se incrementó por la presencia de los huracanes Eta e Iota, el hongo de la roya se disparó y amenaza con reducir a la mitad la producción para el ciclo 2020-2021.
“Yo ya dije, el próximo año no habrá cosecha” si no se renueva y da mantenimiento a la finca.
El café se seca en los árboles.
¡Oy, oy, oy! Grita Cayetano cuando se acerca a los cortadores. De los árboles comienzan a salir y todos bromean “hay viene el señor mandador”. Basta un par de minutos para saludarse y vuelven a sus canastos donde hay granos rojos, amarillos, verdes y negros.
Cayetano explica que en Huizúcar le ha costado encontrar mano de obra porque en 2020 se redujo la contratación al mínimo y, cuando tocó las puertas de quienes antes fueron colaboradores, no quisieron. Como no encontró quién le ayudara a cortar, el grano de café se maduró en las plantas.
-“Cara la mano de obra y barato el producto, mejor no se trabaja”-.
Al oriente del país también “encontrar mano de obra es un gran problema en Santiago de María”, confirma el presidente de la Acafesal en Usulután. Hay que “andar en rebusca” para ir a traer a trabajadores a otras localidades.
Debido a que no encuentran mano de obra para la cosecha 2020-2021, los granos maduros de café se están secando en los árboles. La roya también incrementa. |
El presidente de la Acafesal en San Salvador confirma que en varias fincas a nivel nacional el café se está secando porque por “falta de mano de obra no ha podido cortarse”. Este grano aún puede sacarse e incluso tiene una buena taza, pero para los productores que venden en uva es “una pérdida porque no le pesa”.
Cronología de una crisis anunciada para la caficultura
La extensión del parque cafetalero salvadoreño, el pulmón biológico de El Salvador, se redujo 36 % en las últimas tres décadas. Los productores temen que se reduzca al mínimo en los próximos años.
- 1970: El Salvador se colocó como el quinto productor mundial y era el cuarto exportador con una cosecha cercana a los cinco millones de quintales.
- 2013: Se enfrentó a la crisis de la roya y la producción cayó a la mitad. No se recuperó en los siguientes años y en 2017 comenzó la caída del precio.
- 2020: Junto a la baja productividad, el sector registra un incremento en el costo de producción por la pandemia. Azotan huracanes que dispararon la roya.