El sistema de riego no es un lujo sino una necesidad que surgió con el cambio climático, aseguró Luis Enrique Palomo, productor de La Hacienda, en Sonsonate, que desde hace seis años se vio obligado a invertir en el sistema de aspersión para mantener la rentabilidad de sus cultivos.
“Son tecnologías que deberíamos tener todos los cañeros a nivel país si queremos seguir siendo rentables y sostenibles en el tiempo”, comentó Luis Palomo, propietario de La Hacienda, una zona de cultivo de caña de azúcar fundada hace 40 años, con una extensión actual de 155 manzanas y una productividad promedio de 248 libras de azúcar por cada tonelada.
La caña de azúcar necesita en promedio 1,300 milímetros de agua anuales para que el “cultivo llegue a feliz término”. Pero en la realidad a nivel nacional “el 20 % del área total de caña es la que se riega” y “no es como algunas informaciones erróneas que anda circulando que es el 100 %”, aseguró Palomo.
Se riega “solo donde realmente se necesita” por las características de los lotes. Además, agregó, la caña de azúcar en época de cosecha se convierte en uno de los “mayores filtradores de agua en el suelo”.
En La Hacienda para ser “más eficiente” también se cultiva en verde, es decir, se utiliza el residuo de la caña como “mulch”, con el objeto de tener mayor humedad en el suelo y controlar la maleza.