Los países del istmo avanzan en sus planes de reapertura tras meses de baja actividad económica para disminuir el riesgo de contagios de coronavirus, pero bajo la amenaza de repuntes.

Hasta ayer al mediodía -desde Guatemala hasta Panamá- se contaban 38,137 casos de COVID-19, mientras que las cifras oficiales dan cuenta de 1,092 fallecidos.

El Salvador es el último país en empezar con un plan desconfinamiento desde el próximo 16 de junio, aunque fue el primero en establcer medidas. Casi todos los países avanzan en la ejecución de las fases reactivación, a excepción de Nicaragua que oficialmente no decretó cuarentena y donde las medidas son adoptadas por empresas y personas naturales por cuenta propia.

Costa Rica es el país centroamericano con la menor cantidad de casos (1,375) y de muertes a causa de la enfermedad (12). El Gobierno de Carlos Alvarado inició con el plan de desconfinamiento gradual el 1 de mayo, pero esta semana un repunte de casos ha hecho ver la posibilidad de volver a endurecer medidas, pese a que el país ya trabaja en la fase dos de la reactivación.

Panamá, la economía más grande del istmo, es otro caso donde rebrotes han obligado a volver a restringir parcialmente la movilidad partiendo de días específicos según género. Es así como los días lunes, miércoles y viernes se autoriza salir a mujeres, mientras que martes, jueves y sábado es para hombres. Los domingos hay restricciones para todos.



Roberto Artavia, presidente del Consejo Directivo del INCAE Business School, había advertido en marzo que los países de la región debían estar preparados para enfrentar nuevos brotes. Explicó que tras contener la curva ascendente de contagios se pueden enfrentar una fase conocida como la “danza” con alzas repentinas de casos y bajas.

El académico también ha recalcado que las autoridades deben tener la madurez para actuar en caso de contagios masivos en empresas o comunidades sin necesidad de regresar a esquemas totalmente restrictivos.

El análisis del INCAE prevé fuertes impactos en las economías del istmo por el confinamiento debido a caídas del consumo, ahorro e inversión, exportaciones, remesas y turismo.

Artavia ha recalcado que el impacto del COVID-19 para los países del istmo ya no es a través de la enfermedad, sino a través del desempleo, la pobreza, la caída del consumo, por lo que recomendó se debe contar con planes de retonro graduales y robustos.