El desafío del Ejecutivo entrante es “cómo lograr que todos tengan un mejor empleo formal”, indicó Pedro Argumedo, analista del Departamento de Estudios Económicos (DEC) de Fusades, para quien “este cambio” presidencial “es una oportunidad” para hacer reformas institucionales que alcancen el crecimiento y mejoras en la calidad de vida de la ciudadanía.
El experto participó el martes en un foro sobre los retos económicos que enfrentará la administración de Nayib Bukele, organizado por la firma Luis Membreño Consulting. Se esperaba la asistencia de representantes del nuevo Gobierno, pero cancelaron su participación.
Argumedo recordó que a finales de la década de 1990 en el país se generaban hasta 52,000 empleos, en los siguientes años se reportaban 30,000 pero en el último quinquenio “nos desplomamos” a 14,000. “Esto no le ayuda a la sociedad salvadoreña, debemos de tener un cambio porque es insuficiente”, señaló, ya que cada año ingresan hasta 55,000 salvadoreños a la fuerza laboral, pero solo tres de cada 10 logran encontrar un empleo formal. El resto recurre a la informalidad, sin cobertura social y previsional.
El Salvador se encuentra en el punto máximo de su bono demográfico (es decir, la población en edad productiva es mayor que la pasiva), explicó Argumedo, pero el subempleo de esa fuerza laboral limita desde los ingresos tributarios del Estado hasta las decisiones de las familias.
El especialista del tanque de pensamiento destacó que el próximo Gobierno también encontrará una situación crítica en las finanzas públicas. Para 2020, calculó, se tendrá una brecha de financiamiento no cubierta con bonos por $963 millones.
La gobernabilidad “será un reto fundamental” para encontrar el financiamiento de esa brecha y aplicar sus programas, pues de momento solo cuenta con el respaldo de los diputados de Gana, insuficiente para mayoría simple o calificada en la Asamblea Legislativa, advirtió Luis Membreño, economista de la firma.
Una banca robusta
Además del crecimiento económico, empleos y pensiones, en el foro se abordaron los desafíos del sistema financiero salvadoreño, que hasta hoy en día goza de solidez y sostenibilidad, enfatizó la Asociación Bancaria Salvadoreña (Abansa).
Raúl Cardenal, presidente de la gremial, destacó que las carteras de créditos y depósitos cerraron en 2018 con saldos positivos, junto con solidez en el patrimonio y estabilidad en las tasas de interés en las financieras. “Estamos listos y preparados para apoyar al sector real”, agregó el vocero.
Pese a que es un sector pujante, la industria le apunta a convertirse en un centro financiero como su par en Panamá. Para lograr esto, el vocero de Abansa le recomendó al nuevo Gobierno incentivar la economía abierta para el flujo de capital y fomentar la innovación financiera a través de la actualización de la legislación nacional.
Aseguró que el sector se encuentra preparado para invertir en la bancarización y necesita de un entorno favorable, con confianza y seguridad para los negocios, así como la facilitación de trámites y reducción de requisitos.
Uno de los compromisos pendientes de la industria banquera es el otorgamiento de créditos al sector de la micro y pequeña empresa (mype). Este “es la segunda cara de la inclusión financiera”, aseguró Cardenal y consideró oportuno que el nuevo Gobierno proponga implementar el monotributo para este sector.