La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ratificó el Convenio número 182 sobre las peores formas de trabajo infantil de manera unánime entre todos sus Estados Miembros, tras la ratificación por parte del Reino de Tonga. Se trata de la primera vez en la historia de la OIT que se ratifica de manera universal una convención internacional del trabajo.
Este Convenio es el que ha logrado la ratificación más rápida en la historia de la Organización, desde su aprobación en la Conferencia Internacional del Trabajo que tuvo lugar hace 21 años.
"La ratificación universal del Convenio 182 constituye un hito histórico y permitirá que todos los niños gocen a partir de ahora de protección jurídica frente a las peores formas de trabajo infantil", afirma Guy Ryder, director general de la OIT.
También la secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (CSI), Sharan Burrow, y el secretario general de la Organización Internacional de Empleadores (OIE), Roberto Suárez Santos, han acogido con beneplácito la ratificación.
En virtud del Convenio número 182 se establece la prohibición y la erradicación de las peores formas de trabajo infantil, incluidas la esclavitud, el trabajo forzoso y la trata de niños. Se prohíbe la utilización de niños en conflictos armados, la prostitución, la pornografía y actividades ilícitas como el tráfico de drogas, así como en trabajos peligrosos.
Dicho Convenio es uno de los ocho Convenios Fundamentales de la OIT. Estos abarcan la abolición del trabajo infantil, la erradicación del trabajo forzoso, la abolición de la discriminación en el trabajo y los derechos de libertad sindical y negociación colectiva. Dichos principios también figuran en la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo (1998).
Desde la fundación de la OIT, en 1919, la erradicación del trabajo infantil ha constituido uno de sus principales objetivos. De hecho, el primer director de la Organización, Albert Thomas, afirmó que "el trabajo infantil representa la explotación de la infancia y es el reflejo del mal, lo más insoportable para el corazón humano" y que "la protección de los niños constituye siempre el punto de partida para llevar a cabo una labor eficaz en materia de legislación social".
La lucha contra el trabajo infantil es el objetivo principal del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil y Trabajo forzoso (IPEC+), uno de los mayores programas de la OIT de cooperación para el desarrollo, en el que se ha brindado asistencia a más de 100 países de todos los continentes.
Trabajo infantil podría aumentar por primera vez en 20 años
La OIT estima que hay 152 millones de niños que realizan trabajo infantil, de los cuales 73 millones llevan a cabo trabajos peligrosos. El 70 % de todo el trabajo infantil tiene lugar en el sector agrícola y obedece principalmente a situaciones de pobreza y a las dificultades de los padres para encontrar un empleo decente.
La incidencia del trabajo infantil, incluidas sus peores formas, disminuyó en casi un 40 % de 2000 a 2016, a raíz del aumento del índice de ratificación de los Convenios número 182 y 138 (sobre la edad mínima para trabajar) y la adaptación de legislaciones y políticas eficaces en los países.
No obstante, el ritmo de los avances ha sido cada vez menor en los últimos años, en particular en relación con el grupo de menor edad (de cinco a 11 años) y determinadas zonas geográficas. Como consecuencia de la pandemia de la covid-19, existe un "riesgo real", según la OIT, de que se produzca un retroceso con respecto a los avances logrados hasta ahora, y de que el trabajo infantil aumente por primera vez en 20 años, a menos que se adopten las medidas adecuadas.
En el marco de la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptada por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015, se aboga por "poner fin a todas las formas de trabajo infantil para 2025".
La ratificación de este Convenio se ha logrado pocos meses antes de que comience el Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil en 2021, cuya celebración liderará la OIT en colaboración con sus asociados. Su objetivo es aumentar la concienciación sobre el problema y contribuir a lograr avances para subsanarlo.