El principal remitente de remesas es Estados Unidos, donde migra la mayoría de centroamericanos. /DEM


Crescencia Oliva, una anciana guatemalteca, echa de menos a su hija Sandra que emigró hace 18 años a Estados Unidos, pero agradece que esté allí pues no podría sobrevivir sin las remesas que le envía cada mes.

En un populoso barrio de Santa Catarina Pinula, municipio vecino de Ciudad de Guatemala, Oliva, de 80 años, cuenta que su hija Sandra Reyes decidió emigrar ilegalmente empujada por la falta de trabajo.

"Yo me puse a llorar y le dije: que Dios te acompañe", recuerda con voz entrecortada la mujer, que tiene otros dos hijos.

Con apoyo económico de una amiga y un familiar radicados en Estados Unidos, Sandra emprendió un penoso viaje en el que fue abandonada a su suerte en México por el "coyote" (traficante) que debía ayudarle a cruzar la frontera.

Tras lograr finalmente entrar a Estados Unidos, empezó a mandar las primeras remesas producto de extenuantes jornadas limpiando casas.

Ese dinero "ayuda bastante. Todo lo paga ella, es la que nos sostiene a nosotros. Me dice: 'mamá aunque yo me quede sin nada, pero ustedes no tienen por qué estar aguantando hambre", comenta la anciana.

Crescencia es una de los poco más de seis millones de guatemaltecos beneficiarios de remesas, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).

Esos envíos alcanzaron cifras récord en 2020, en medio de la pandemia, al llegar a $11,340 millones, según datos del banco central de Guatemala.







De enero a abril pasado suman $4,367 millones, un aumento de 41.7 % respecto al mismo lapso de 2020.

En total, las remesas representan el 14 % del PIB de Guatemala. La cifra es inferior a la de El Salvador (22 % del PIB) y Honduras (18 %).

Pero con el impacto del coronavirus en la economía estadounidense, la familia de Crescencia ha visto disminuir sus ingresos.
Ahora no es mucho lo que nos manda, porque a veces no tiene trabajo con eso de la enfermedad (el covid-19)".
Crescencia Oliva
Guatemalteca

Durante años, la mujer invirtió parte de la remesa en la reventa de chocolate artesanal, pero el encarecimiento de las materias primas volvió poco rentable esa actividad y tuvo que abandonarla.

También su sueño de exportar el producto a Estados Unidos.

Sin embargo según un informe divulgado este miércoles por el Banco Mundial, los envíos hacia la región América Latina en su conjunto mostraron una excepcional fortaleza, con un incremento de 6.5 % a $103,000 millones sobre 2020.

Dilip Ratha, el principal economista del Banco Mundial en Migración y Remesas, explicó a la AFP que el monto fue una "sorpresa", y señaló que sin estas ayudas, los niveles de pobreza habrían sido aún peores. El economista destacó que esta fortaleza también permitió financiar gasto en salud de las familias, algo fundamental en medio de una crisis como la pandemia.