La industria textil y de la confección trabaja contrarreloj para tratar de recuperar algo del tiempo perdido por casi tres meses de cuarentena y teme que un nuevo régimen de aislamiento provoque un mayor descalabro en los indicadores del sector.
Las empresas del rubro comenzaron a operar parcialmente con la fase 1 del plan de reactivación de la economía el pasado 16 de junio y ya calendarizan la fechas de entrega de prendas de vestir, principal rubro exportador del país.
“Cualquier nuevo cierre tendrá un impacto grande, aún más si fuese algo inmediato”, advirtió ayer Patricia Figueroa, directora ejecutiva de la Cámara de la Industria Textil, Confección y Zonas Francas de El Salvador (Camtex).
Entre enero y mayo, el ritmo de las exportaciones salvadoreñas tuvo una caída del 42 %, que equivale a $435 millones, un bajón acentuado por la cuarentena (activa entre marzo y junio) para frenar el avance del covid-19, un esquema que las autoridades analizan debido a un repunte de casos.
El Ejecutivo pide 15 días más de cuarentena, mientas que el Legislativo valora una focalizada a las zonas con más contagios, ambas medidas buscan frenar la cifra oficial de contagios que el miércoles alcanzó la marca de los 7,000, mientras el promedio de los últimos cinco días es de más de 200.
Aunque algunas firmas iniciaron operaciones el mismo 16, otras comenzaron a hacerlo una semana después, luego de adecuar sus instalaciones para un regreso parcial de las operaciones y de restablecer el diálogo con los compradores para volver a despachar mercancías.
“En este momento estamos recuperando la confianza de nuestros compradores, hemos dado señales positivas e informado que el sector ha reabierto. Un retraso tendría un impacto en la relación de confianza y credibilidad que tienen los compradores con El Salvador”, enfatizó Figueroa.
De acuerdo con Camtex, el impacto de un potencial cierre del sector no solo tiene efectos por el paro de las compañías de textiles, sino por su encadenamiento con otras industrias como la del plástico y cartón. “Hay una afectación enorme alrededor de lo que pueda generarse con un nuevo cierre”, agregó la director ejecutiva de la Cámara.
Refuerzo de controles
La industria textil y de la confección está aplicando controles para una operación más segura. Se estima que la inversión total que las empresas realizan para disminuir riesgos de contagio tiene un costo mensual que supera los $500,000, gasto que las firmas consideran necesario para salvaguardar la salud de sus colaboradores y la economía.
Francesco Pilenga, director país de Petenatti Centroamérica, cree que un eventual cierre total sería un duro golpe para el sector, pero matiza que esto también dependerá del tiempo en que se les notifique o en la posibilidad de que una medida de este tipo contemple permisos solo para salir a trabajar y se mantenga la operación de las empresas autorizadas en la fase 1.
La firma, de capital brasileño, emplea a 700 operarios, trabaja en tres turnos y fabrica telas para suplir la demanda de compañías locales. Pilenga considera que en su caso aplicar medidas de distanciamiento social no ha sido un reto, debido a la misma configuración de la operación donde hay grandes máquinas que separan a los empleados por varios metros y donde la comunicación incluso es por teléfono.
Sin embargo, el ejecutivo de Petenatti dice que se han realizado inversiones y adecuaciones para garantizar el distanciamiento social y campañas para hacer conciencia sobre el adecuado cumplimiento de las medidas, además de un equipo para desinfectar las áreas de mayor contacto con énfasis en casilleros, área de cafetería y equipos.
Mauricios Ramos, gerente general de la compañia de capital surcoreano YoungOne, explicó que la firma también aplica un plan sanitario que incuye la prestación de transporte seguro a sus colaboradores, una inversión que supera los $35,000 por mes, adicionales a los que ya invertían en esa labor.
“Hemos más que sextuplicado la contratación de transporte para poder llevar a nuestro personal”, dijo el ejecutivo de la compañía con operaciones en la Zona Franca Internacional en Olocuilta.
Por su parte, Carlos Portillo, gerente general de Intradesa, explica que ha implementado grupos especiales para encargarse de la desinfección de áreas de contacto y maquinaria, junto con labores de divulgación y la instalación de dispensadores de gel y entrega de kits para el uso dentro de las instalaciones.
Los voceros de las empresas sostienen que tienen activos protocolos para identificar casos y referirlos al sistema de salud, esto les permite llegar a posibles nexos que incluyen a sus familiares.
Las compañías también explicaron que están en la disponibilidad de adquirir pruebas PCR para monitorear e identificar casos, aunque reconocen que tras la adopción de medidas es más fácil contraer la enfermedad fuera de la empresa que dentro de los recintos, pero que consideran que al indetificarse un caso se dará cobertura salarial mientras esté afectado.
En recuperación
Los representantes de Intradesa, YoungOne y Petenatti explicaron que han trazado rutas para recuperar el 100 % de su operación.
Camtex explica que el refuerzo de los controles al interior de las empresas buscan evitar que haya un contagios mayores. “Ese ha sido el enfoque. Estamos consientes de la situación que se está dando”, dijo Figueroa que cree que un modelo que puede resultar de beneficio para la población es la aplicación de cuarentenas segmentadas. “Nuestro trabajo es hacerle frente, concientizar, educar, hacer todos los esfuerzos necesarios para salir adelante”, apuntó.
En el caso de Intradesa, su gerente general explicó, que la firma podría llegar al 100 % hacia finales del mes. Mientras que el el representante de Petenatti advirtió que llegar a capacidad plena pasa por las señales que brinde el mercado mismo, después de todo el efecto de la pandemia es global.