El Salvador se prepara para acelerar su proceso de reactivación económica tras casi seis meses de actividad parcial por la pandemia del covid-19.

El paro ha golpeado a rubros claves como el turismo y restaurantes, en tanto las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) son el sector más afectado por una nueva ola de quiebras, mientras que otros buscan adecuarse a un nuevo entorno.

Jaime García, investigador senior y director de Proyectos del Índice de Progreso Social del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (CLACDS) del INCAE Business School, explicó que el mundo no estaba preparado para una crisis como la que generó el covid-19 y recalcó que en los últimos años en encuestas como las que realiza el Foro Económico Mundial (FEM) ni siquiera contemplaban a las pandemias como una gran amenaza para las economías .

Añadió que los sondeos hechos por el FEM a un grupo de unos 200 expertos, entre 2007 y 2020, anticipaban como amenazas globales principalmente a los temas económicos, ambientales y tecnológicos. “Nadie veía venir un riesgo biológico, es algo que llegó de pronto que nadie seguramente puso en sus análisis de FODA, pero no es algo nuevo en el siglo XXI”, puntualizó.



El panorama mundial no se aleja de la realidad que ya vive El Salvador, en donde la crisis económica ha provocado que 17 % de las mipymes cerrara y que el 37 % podría enfrentar una quiebra técnica si no recibe apoyos, según datos de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (Camarasal).

García, que participó la semana pasada en un webinar organizado por Banco Atlántida El Salvador, sostuvo que si bien las condiciones son adversas el único camino para salir adelante será la innovación.

“Están quebrando muchas empresas, pero hay ganadores y perdedores (en la crisis). Ha ganado el sector de equipo electrónico y médico, alimentos procesados y bebidas, servicios de salud, informática y telecomunicaciones, comercio electrónico y agricultura; ha perdido la educación, energía petróleo y minas, manufactura y textiles, construcción y bienes raíces, por supuesto viajes aéreos, turismo y recreación”, agregó.

El problema, sumó, es que El Salvador ya enfrentaba problemas de bajo crecimiento desde antes de la pandemia y que aunque había un desempeño positivo no era acelerado y era marcado por un estancamiento en la oferta productiva y de los destinos para la exportación, mientras que si bien la productividad mejoró, esta no se asoció con más eficiencia sino por una demanda de más insumos.



Oportunidades

El investigador del INCAE reconoció que la pandemia puede impulsar algunas actividades empresariales, muchas de ellas enfocadas al bienestar, pero también influenciadas por un mayor uso de la tecnología y la colaboración.

“El mundo se moverá a tendencias de bienestar. Los destinos que muevan más gente serán los que garanticen bienestar y cómo empresa tendré que pensar si me estoy alineando”, dijo García que enfatizó que los índices de mortalidad por covid-19, por ejemplo, están asociados con malos estilos de vida como obesidad o diabetes y que muchos consumidores se volcaron hacia esta tendencia.

Sin embargo, no todo está en la cancha de la empresa privada, explicó que aún hay desafíos como la reducción de la burocracia, tema que permitirá que abrir un negocio tome menos días de los 16.5 días actuales.

Saúl Álvarez, gerente de negocios de Banco Atlántida El Salvador, consideró que hay afectaciones en varios sectores, pero que todos tendrán que arrancar y reactivar la economía es un reto que se puede lograr.

Agregó que en ese sentido la entidad ha acompañado a empresas prioritarias desde el inicio de la emergencia, también con impulso de proyectos de inversión en energías renovables. Anticipó: “Habrá cambios estructurales en la forma en la que algunas empresas tendrán que reinventarse, crear nuevos modelos de negocio, necesarios para continuar con la economía del país”.