El Gobierno entregó más de 50,000 tarjetas para cobro de subsidio al GLP durante 2018. / DEM


En El Salvador, solo el 28 % del gasto público en subsidios beneficia a los salvadoreños más pobres, logrando un impacto reducido en el combate a la desigualdad y la pobreza, destaca un reciente estudio del Banco Mundial (BM).

El BM presentó ayer el estudio “Soluciones de política basadas en la ciencia del comportamiento”, que incluye casos en Centroamérica para la aplicación de la ciencia del comportamiento en la elaboración de políticas públicas. Este es “un esfuerzo necesario que algunos países han comenzado a implementar, desde 2010”, explicó Óscar Calvo-González, gerente de la Práctica Global de Pobreza del BM en América Latina.

El apartado de El Salvador en el informe fue elaborado con base en datos de 2015. El estudio señala que los subsidios indirectos, es decir, los que el Gobierno transfiere a través de descuentos en el precio del agua potable, energía eléctrica, gas licuado de petróleo (GLP) y transporte, representaron el 8.4 % del gasto público total, pero sin lograr resultados significativos en la reducción de la pobreza.

Según el estudio, del total de la población salvadoreña, el 40 % más pobre recibió solo el 28 % del gasto en subsidios ese año. Mientras tanto, el 40 % más rico se benefició con el 54 % de los fondos destinados a subvenciones estatales.

“Contrario a los programas sociales, estos subsidios son regresivos”, apunta el informe, que indica que el 3.3 % del gasto público (excluyendo al sector salud y educación) está enfocado en programas sociales de transferencia directa. El 61% de estos fondos, destaca el reporte, beneficia a los más pobres.



Reformas al sistema de subsidios

Según el BM, la solución evidente para reparar la desigualdad es impulsar políticas de focalización del gasto en subvenciones; sin embargo, afirma que “la sensibilidad de una reforma a la política de subsidios no debe ser desestimada”, debido a la alta polarización del país.

En 2011, cuando se impulsó el primer recorte de subsidio al GLP, “éste fue inicialmente impopular, no solo entre los ricos a los que dejaría de beneficiar, sino en toda la opinión pública”, recordó Calvo, quien explicó que para lograr cambiar este sistema es necesario transparentar el destino de los fondos públicos y la incidencia de las subvenciones sobre la pobreza.

Por ello, el BM propone una solución de desarrollo desde un campo emergente de conocimiento: la ciencia del comportamiento, “que ayuda a explicar por qué los individuos toman algunas decisiones, y puede ayudar a diseñar programas más eficientes y mejorar los servicios públicos”.

En su estudio de caso, el BM no incluye los últimos cambios realizados al sistema de subsidios, en el marco de una revisión del Gobierno después de los resultados de las elecciones del 4 de marzo, donde el partido oficial perdió alcaldías y escaños en la Asamblea Legislativa.