Uno de los detonantes para la búsqueda de independencia en las provincias que conformaban el Reino de Guatemala, era la presión de los impuestos requeridos por la Corona, la que se acentuó inicios de los años 1800.


Según el libro “Historia General de Centroamérica” a mediados del siglo XVII, la Audiencia de Guatemala constituía un territorio donde los ingresos de la Real Hacienda “dependían mayoritariamente de los tributos indígenas”.


La fuente señala que en la década de 1760, del total de los ingresos de la administración colonial, un 63 % correspondía a tributos indígenas. En tanto, la Corona sometió al monopolio estatal a producciones como la sal, pólvora, alquitrán y tabaco.


María Eugenia López, historiadora, investigadora y miembro de la Academia de Historia de El Salvador, explica que a inicios del siglo XIX se logró un acuerdo en las Cortes de Cádiz para eliminar los impuestos, pero esta medida fue rechazada por las élites del Reino.




Producto de una evolución productiva con cierta continuidad -monocultivo de cacao y añil después-, de todas las provincias del Reino de Guatemala fue El Salvador la regiòn que alcanzó mayor grado de desarrollo económico con cierto equilibrio”. Fragamento del libro “Historia General de Centroamérica”.



A inicios del siglo, las poblaciones se levantaron por una situación económica y el nepotismo que reclamaban a quienes ostentaban el poder.


López dice que el mayor reclamo era porque sus dineros estaban siendo llevados a España para mantener la guerra con los franceses, pese a que este aporte había sido suspendido por las cortes.


“Las Cortes de Cádiz habían dicho que los indígenas no debían pagar (el tributo), pero las autoridades de Centroamérica dijeron: ‘si no cobramos el tributo no tenemos dinero’, mucho era un soporte económico para los gobiernos, pero los indígenas sabían que no se debían pagar, pero resentían que seguían cobrándoles y eso les indignó muchísimo”, valora la historiadora.




En San Salvador, el movimiento autonomista estuvo enraizado en el malestar y en el resentimiento de la elite política y económica, entre otras razones, por la condición privilegiada de las elites asentadas en la ciudad de Guatemala”. Fragmento de la investigación “Los motines populares de noviembre de 1811 contra el despotismo y ‘el mal gobierno’ provincial y local”, publicado en 2014 en la Revista Humanidades.



Una investigación de López, publicada en 2014 en la Revista Humanidades, detalla que “la gente en estos días vivía situaciones graves de hambruna y desempleo, se quejaba de las cargas fiscales, era evidente el deterioro de su vida cotidiana, por el control social y comercial y por la falta de recursos”.


Agrega que por ejemplo, sus opiniones sobre el rey, la monarquía, la religión y los franceses eran vigiladas; las siembras y sus casas eran controladas para evitar que cultivaran tabaco, vendieran puros y tuvieran sacaderas de chicha, porque era prohibido e ilegal.


La Provincia de San Salvador tenía una jurisdicción territorial muy pequeña, con apenas 1,900 leguas cuadradas y era además muy densamente poblada. Contrario a la historia oficial, el rol de figuras clave en el proceso de independencia no fue de insurrección plena, sino de apaciguamiento de una crisis que era vigilada por el Reino.