La violencia física y psicológica es uno de los obstáculos para que los niños, adolescentes y jóvenes salvadoreños tengan acceso a la educación, señaló ayer el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quien destacó que la mayoría de alumnos de educación media aseguran haber sido víctimas de amenazas, golpes, intimidación o acoso sexual.

La agencia de las Naciones Unidas entregó ayer al Gobierno salvadoreño la novena edición de su Informe de Desarrollo Humano El Salvador 2018 (IDHES), dedicado este año a la población jóvenes bajo el lema ¡Soy joven! ¿Ahora qué? En éste analizó las principales barreras en el acceso a la educación y empleo de las personas entre los 15 y 29 años de edad.

En su informe, el PNUD afirmó que “uno de los principales desafíos del sistema educativo es lograr una escuela libre de violencia” y señaló que los actos intimatorios pueden ocurrir al interior o fuera de los centros escolares, desde los primarios años de estudio hasta el bachillerato.

Citando datos del observatorio de centros educativos públicos del Ministerio de Educación (Mined), el PNUD enfatizó que, aunque las manifestaciones de violencia se evidencian desde la primaria, los hechos más notables ocurren durante los años de bachillerato y entre los mismos estudiantes.

Los directores de las escuelas consultados reportaron que un 48 % de los estudiantes de bachillerato aseguró en 2016 haber sido víctima de expresiones de violencia psicológica, un 33 % de violencia física, un 29 % de matonería y un 4 % de violencia sexual.

Sobre este último aspecto, el PNUD destacó que la violencia sexual “parece que solo se trata de que se denuncia poco”, pues para construir el informe de desarrollo humano el organismo elaboró una encuesta de resiliencia juvenil y encontró que un 10.5 % de los jóvenes que estudian o habían cursado bachillerato tenía conocimiento de acoso o abuso sexual dentro de los centros escolares, eso es 6.5% más que lo que registra el Mined.

Además de los hechos palpables de violencia, el PNUD detalló que un 34.8 % de los centros educativos reporta presencia de pandillas, un 25 % tiene contacto con un ambiente de drogas, un 20 % es víctima de hurtos y un 16 % de robos. Al menos un 10.9 % se enfrentan al pago de extorsiones, un 10.5% al uso de armas blancas y un 3.1 % a armas de fuego.

 

¿Por qué dejan de estudiar?

En 2017, cerca de 63,359 niños, adolescentes y jóvenes inscritos entre el primer grado y el último año de bachillerato se retiraron de los centros educativos, según el censo escolar del Ministerio de Educación. En términos generales, la deserción escolar presentó un 37.7 % de las personas entre 15 y 19 años de edad, y de ese total un 50.3 % asistía a escuelas rurales y un 27.9 % al área urbana.

Un 7 % de los que se retiraron aseguró que lo hizo por factores relacionados a la delincuencia, un 1.1 % indicó que fue víctima de pandillas y un 0.6 % lo asoció al desplazamiento forzado.

En tanto, la mayoría lo hizo, un 20 % del total, porque cambió de domicilio, un 14.3 % abandonó el país, un 13.7 % tenía bajo rendimiento académico y un 9.1 % dejó de estudiar por dificultades económicas.

En el evento de ayer, la delegación oficial del PNUD entregó el informe al presidente de la República, Salvador Sánchez Cerén. El mandatario aseguró que “tenemos la responsabilidad de reforzar el trabajo en materia de prevención de la violencia para proteger a la población, especialmente a la niñez y la juventud”.