Ciertamente los Acuerdos de Paz trajeron muchas cosas positivas para la nación, desde entonces ninguna persona ha sido perseguida por sus ideas y pese a todos sus defectos, hemos tenido procesos electorales libres que han permitido un sistema democrático.
Pero la paz sigue siendo un anhelo lejano, una aspiración que cada día se ensombrece con la sangre de docenas de salvadoreños que son asesinados por bandas delincuenciales que en algunas zonas del país, son más poderosas que las propias autoridades.
Los salvadoreños no vivimos en paz, vivimos en una zozobra terrible, permanente, extorsionados por delincuentes que son capaces de arrodillar a las propias autoridades, que asesinan impunemente. Nuestro sistema judicial sigue siendo débil y corrupto y eso favorece la impunidad. Nuestros diputados aún dejan mucho que desear en su comportamiento ético y los privilegios que se recetan son vergonzosos.
A 24 años de la firma de la paz, deseamos la paz que aún no llega.