Honduras inició esta semana una nueva etapa de su historia con la firma de un acuerdo para establecer una Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), con financiación internacional y bajo el apoyo de la Organización de los Estados Americanos (OEA).

El acuerdo que se firma por cuatro años, es el primero para combatir la corrupción en un Estado miembro de la OEA y se asemeja a la Comisión internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), que tan buenos resultados ha dado en el vecino país.

El presidente Juan Orlando Hernández advirtió en el momento de la firma que “ni la justicia, ni la honestidad, ni la confianza se decretan. Se construyen, son el resultado del ejercicio sostenido de la voluntad política, de la constante valorización de la transparencia”. Y así es. No se puede ser transparente por decreto ni medio transparente, ocultando lo que conviene y revelando lo que perjudica solo al adversario, como algunos hacen por aquí.

Honduras quiere limpiar su clase política y su burocracia y eso es positivo, otro ejemplo junto a Guatemala que El Salvador debería tomar para finalmente emprender un camino de rectitud en el ejercicio público, de probidad real y de depuración de su clase política corrupta.