El 1 de enero, más de 40 homicidios se registraron en todo el país, incluyendo tres masacres. El número es espeluznante para iniciar el año y nos refleja el enorme desafío que enfrentamos como nación.

El Salvador terminó el 2015 como el país más violento del hemisferio, una posición vergonzosa. En promedio, uno de cada mil habitantes del país fue asesinado durante el año recién finalizado. Más de 6,600 personas perdieron la vida de manera violenta, la peor cifra en más de tres décadas para un año.

Seguir con el discurso oficial de “vamos por buen camino” no puede estar más alejado de la realidad. No vamos por buen camino y nuestra juventud vive en un verdadero infierno, temiendo ser el próximo número de esta estadística macabra.

Los salvadoreños estamos sufriendo la peor crisis de violencia de nuestra historia, la zozobra que vivimos es aún peor que durante la propia guerra civil.

El Gobierno debe entender y aceptar que las estrategias de Seguridad y los estrategas de Seguridad no dieron los resultados esperados durante el 2015 y, a menos que se cambien o ajusten, la crisis de inseguridad que sufrimos seguirá afectándonos como demuestran los números del 1 de enero.