Jared Leto acaba de regresar de un retiro de meditación de doce días en el desierto y se ha enterado de golpe de la crisis mundial del coronavirus.
El actor y cantante ha confesado que no tenía ni idea de lo que estaba pasando más allá de donde se encontraba, debido a que no podía usar teléfonos ni comunicarse con nadie.
Así las cosas, a primera hora de este martes Leto ha tenido conocimiento del salvaje parón de la industria musical, de los cierres de cines y del aplazamiento de los estrenos de cine y televisión.
“Guau. Hace doce días empecé una meditación silenciosa en el desierto. Fuimos totalmente aislados. Sin teléfono, sin comunicación, etcétera”, empieza el cantante del grupo 30 Seconds to Mars.
Y prosigue: “No teníamos ni idea de lo que estaba ocurriendo fuera de las instalaciones. Salí ayer a un mundo muy diferente. Uno que ha cambiado para siempre. Alucinante, por decir lo menos”.
Relata entonces Leto que está recibiendo mensajes de amigos y familia desde todo el mundo y se está “poniendo al día con lo que está pasando”. “Enviando energía positiva a todos. Permaneced en el interior. Manteneros a salvo”, termina.
¡Leto no es único!
Los concursantes de “Gran Hermano” en Alemania reaccionaron con lágrimas y preocupación cuando el presentador del programa les contó ayer en directo que el mundo estaba siendo asolado por la pandemia del coronavirus, rompiendo el apagón informativo en el que los residentes de la casa estaban inmersos.
El canal Sat 1 había sido objeto de duras críticas por haber mantenido a los 14 residentes en la más completa ignorancia mientras el país enfrenta una serie de medidas sin precedentes para tratar de frenar la propagación del virus.
El presentador, Jochen Schropp, les dio la noticia durante los primeros minutos del programa, el martes por la noche, junto a un médico, ambos situados detrás de un cristal, para proteger a los concursantes.
“Pat, puedo ver el miedo en tus ojos”, dijo Schropp, mientras trataba de tranquilizar al grupo, explicándoles que sus familias se encontraban bien.
Michelle, una cuidadora, rompió a llorar, diciendo que estaba preocupada por su madre, de 55 años, que padece una enfermedad crónica.