Instantáneamente reconocible por su larga cabellera blanca, Mesereau, de 67 años, es alto y fornido, pero se muestra sorprendentemente tranquilo en la corte.
Silencioso y cerebral, rehúye las tácticas teatrales de muchos colegas y ha pasado gran parte del juicio contra Cosby callado, erguido en su asiento, hasta el momento en que se ubica con determinación tras el atril.
Ahí salen a relucir sus métodos agresivos e intentos de masacrar a las acusadoras de Cosby, que provocan escalofríos a quienes apoyan a las víctimas de agresión sexual.
Un testigo de la fiscalía lo tachó de “sórdido” y dijo que sus tácticas eran “repugnantes”, pero incluso los detractores de Cosby admiten que Mesereau está haciendo todo lo que puede por el actor ya condenado en la corte de la opinión pública.
Una absolución de Cosby, acusado de abuso, agresión sexual o violación por 60 mujeres, cementaría la reputación de Mesereau como el abogado al que acuden los famosos cuando están contra la pared.
“Extraordinario”
El argumento de apertura de Mesereau fue un ataque enérgico contra Andrea Constand, la mujer que acusa a Cosby de drogarla y agredirla sexualmente hace 14 años.
La llamó mentirosa y la acusó de jugar con las emociones de un padre que se sentía solo y estaba aún en duelo por el asesinato de su hijo, todo para obtener un acuerdo de $3,4 millones que pondrían fin a sus problemas financieros.
“Una estafadora, damas y caballeros del jurado. Y lo probaremos”, afirmó. “Ahora es una multimillonaria porque su esquema funcionó”.
Es una defensa radicalmente diferente que la minimalista realizada en un primer juicio por el anterior abogado de Cosby, el defensor de Filadelfia Brian McMonagle, que solo llamó a un testigo. Ese proceso fue anulado en junio pasado porque el jurado no consiguió alcanzar un veredicto unánime.
Mesereau destrozó a las testigos acusadoras de Cosby Janice Baker-Kinney y Janice Dickinson.